jueves, 25 de abril de 2024

FÉLIX MARAÑA. EL BOSQUE NO ES UN ÁRBOL REPETIDO

El bosque no es un árbol repetido
Sonetos y soñetos
Félix Maraña
Prólogo: Valentín Martín
Huerga & Fierro editores / Poesía
Madrid, 2023

 

LA LIBRE CÁRCEL DEL SONETO

 

   La personalidad creadora de Félix Maraña (León, 1953) está marcada por el periodismo cultural. A él ha dedicado un largo trayecto laboral multiplicando páginas y artículos en las publicaciones del grupo Vocento. Pero la biografía personal de este castellano leonés afincado desde niño en San Sebastián aglutina también una persistente senda lírica que comienza en 1981, cuando amanece su primer poemario Ataduras de la noche.
  El cauce poético se renueva ahora con  El bosque no es un árbol repetido, una compilación de sonetos prologada por Valentín Martín, que añade como subtítulo un guiño unamuniano: “Sonetos y soñetos”. La entrada “Libro de la reconciliación” proyecta una voz directa, con un fuerte acento coloquial que identifica en el ejercicio literario la textura sentimental del protagonista lírico: “Félix Maraña, ese activista de los sentimientos, de la cultura física, el más republicano de todos los gorriones que un día se acercaron a mí como a un hermano grande”. El introito evoca también el recorrido en el tiempo del soneto como estrofa clásica, con un inventario de nombres propios que refuerza la plenitud expresiva y canónica de la forma. Se me permitirá que añada a la galería de practicantes la voz de Blas de Otero, vasco comprometido y poeta social que hizo de esta hermosa cárcel de catorce versos una meditación del devenir temporal del sujeto y su condición existencial.
  El aserto El bosque no es un árbol repetido se apropia de la fuerza expresiva del aforismo para advertir al lector que debe mantenerse en vela para recordar que la reiteración formal no borra la autonomía y plenitud de cada soneto. La voluminosa cantidad de poemas se organiza en cuatro apartados temáticos: “Rumores vegetales”, “Tierra trasplantada”, “Nombres y pronombres” y “Canción y canto”. El poeta además coloca como umbral, tras el paratexto de las citas, el poema pórtico “Garaje de guardia”, una composición que advierte y ratifica lo enunciado por Jaime Gil de Biedma: el devenir vital es un asunto serio que no elude erosiones y pérdidas y la conciencia fuerte de un aviso para navegantes; todos estamos en tránsito, exhibimos una condición transitoria, somos materia paradójica, inocente ceniza que aventará el viento del olvido en la última costa.
  Cada poeta moldea su cadencia expresiva, deja en los versos su particular manera de compartir un pensamiento que adecúe contenidos y forma. En los poemas de la sección inicial “Rumores vegetales” emerge una escritura meditativa y humanista, incisiva e irónica que hace un balance vivencial, despojado de trascendencia. Del mismo modo que el bosque, ese mar de palabras verticales, acoge en su interior una flora y una fauna diversa, la realidad acoge en sus puntos cardinales materiales humildes. Vivir es ir sumando pasos y propósitos, muchas veces baldíos, es también acumular pequeñas muertes sucesivas que constatan que habitamos una sala de espera, que vivir en solo un sueño, un espejismo calderoniano que añora la nostalgia del futuro.
   Contenida en los límites del soneto, la mirada crítica denuncia los desajustes sociales, las continuas agresiones al paisaje natural o los incontables problemas demográficos de nuestro tiempo, esas hendiduras que hablan  de los desheredados de la tierra y del continuo flujo migratorio.
  El subtítulo cobijaba la convivencia de composiciones que no cumplen en sentido estricto las reglas formales del soneto. Esos textos o soñetos precipitan en sus versos la pedagogía del tiempo con sensibilidad machadiana.   
   El apartado “Tierra trasplantada” repasa la memoria personal de un tiempo y sirve de homenaje a algunas iniciativas culturales como la revista La galleta del norte. En todo el apartado es frecuente la nota a pie de página que recuerda aspectos contingentes ligados al poema; desde esa entraña de matices va creciendo la intrahistoria del poema con un persistente hilo argumental: el sustrato existencia donde se dibujan los trazos de un yo poético que recuerda presencias esenciales como la madre o  confiesa que ha vivido. Los palabras conforman un itinerario confidencial fragmentado en el que predomina la nostalgia al evocar la hermosa inercia de lo cotidiano.
  Los relieves del homenaje alzan un mapa de nombres propios en “Nombres y pronombres”. Habitan el poema Antonio Machado, Federico, Vallejo, Bergamín, los vascos del 98, Blas de Otero, Gabriel Celaya o Jorge Oteiza. Son presencias que confirman el peso fuerte de la tradición y el compromiso de la poesía con la historia. El verso reflexivo, sin digresiones, se impregnado de una austera tristeza que recuerda la muerte, que asume con entereza y lucidez el verso sobrio para esa línea gris que marca senda hacia ningún final.
   No solo la muerte y su poder igualatorio está presente en los poemas. También la amistad y la afinidad sentimental con otros escritores busca hueco en los sonetos de “Nombres y pronombres” para mostrar la cercanía con Rodolfo Serrano, Manuel López Azorín, Ana Montojo o Valentín Martín.
   Sirve de coda al extenso poemario el conjunto “Canción y canto”. En él el lenguaje se convierte en canto y ejercicio lúdico. Los textos combinan el aire popular y la rima sonora para acentuar su carácter festivo y el cauce sonoro de la canción.
   El bosque no es un árbol repetido, con sus continuas transiciones temáticas, hace de la pactada forma del soneto y su férrea estructura una estrategia expresiva que enhebra pensamientos y contempla la vida como un paisaje abierto. El endecasílabo muestra su fluir armónico con variadas distribuciones acentuales, sin estridencias, con la palabra contenida de quien se asoma al río de la tradición para reflejar en sus aguas la vida al paso.
   
JOSÉ LUIS MORANTE





miércoles, 24 de abril de 2024

ALGA. Revista de Literatura nº91-92, 2024

ALGA
Revista Literaria nº 91-92
Primavera de 2024
Dirección: Goya Gutiérrez
Edición: GRUPO ALGA
AYUNTAMIENTO DE CASTELLDEFELS
(Barcelona)


DESPEDIDA

Cada lunes domingo,
porque lo cotidiano
rompe en ti sus fronteras
y autoriza
ecuaciones resueltas,
con vocación de luz y mediodía.
Contigo se deshojan los eclipses
y me roza la piel
la memoria con sal de los veranos
hecha instante sin horas.

Si abre la puerta un día la intemperie
y arraiga en el cristal
ese desahuicio que llamamos olvido.
Si apuro
manuscritos de soledad, nada y ceniza,
no te despidas nunca;
haz de mi desamparo día festivo,
también cuando te vayas quédate.

                                    (Inédito)

martes, 23 de abril de 2024

ANTOINE DE SAINT EXUPÉRY: EL PRINCIPITO

23 de abril: Día del Libro

 

ANTOINE DE SAINT EXUPÉRY: EL PRINCIPITO

 A mis hijas,
que ocupan en las páginas de El Principito
el lugar exacto donde yo estuve.

  Pasé mi infancia y adolescencia sin la rosa de los vientos de El Principito. Un asunto trágico que, seguramente, sea causa directa de tanta patología y de mi incapacidad manifiesta para distinguir sombreros y elefantes, onirismo y realidad porque es sabido que lo esencial es invisible a los ojos. No hubo curiosidad intelectual ni elección clandestina. En las aulas juveniles del internado fue titulo recomendado por el profesor de francés. También puso como ejercicio complementario Antígona, por si queríamos conocer cuanto antes el planeta contrahecho de la tragedia, ese lugar donde no hay rosas ni girasoles porque es de noche. En aquel asunto de ordeno y mando del bachillerato, yo me acurruqué en el líquido amniótico de Antoine Saint Exupéy y desde hace décadas vio de alquiler en sus capítulos y en sus ilustraciones.Y no pienso salir al frescor desapacible de fuera. Alguien me ha susurrado que “los adultos son gente muy extraña”

 

(De Cuentos diminutos)

lunes, 22 de abril de 2024

SUSANA BENET. ALMA DE CARACOL

Alma de caracol
Susana Benet
Ediciones la Garúa
Colección Haiku, dirigida por Jesús Aguado y Joan de la Vega
Barcelona, 2024 

 

BROTES VERDES

 

   Prosiguiendo su sólido repliegue en la senda concisa, que comenzara hace más de veinte años, Susana Benet (Valencia, 1950), Licenciada en Psicología, pintora de acuarela, narradora y poeta con perseverante dedicación al minimalismo expresivo, tras la publicación de Espejismo (y otros relatos) (2020),  retorna a la sensibilidad de la estrofa japonesa con el libro Alma de caracol (2024).
   En la nueva entrega, sorprende la escritora al incluir en el pórtico paratextual, junto al espléndido kaiku de Kobayashi Issa, una cita de la escritora estadounidense Patricia Highsmith. Es un nombre vertical de la narrativa policiaca, cuyo magisterio estaba presente en la compilación de sus relatos: “El hombre no tiene más alma que un caracol de jardín. Lo que quiero decir es que el caracol de jardín también tiene alma”. Desde esa perspectiva igualitaria que acerca el sujeto al entorno y equipara la condición de ser de todos los integrantes del paisaje, comienza una entrega donde la observación de lo doméstico se convierte en transitado venero argumental. El haiku de Susana Benet ahonda en la mirada clásica de la tradición. Convierte el esquema versal en objetiva plasmación del instante que aloja en sus destellos el singular misterio de lo cotidiano, el frescor del asombro: “Brilla la luna / en el rastro reseco / del caracol”, “Entre hojas verdes / zigzaguea la mosca / ebria de sol”, “Tejió su tela / la araña entre mis plantas. / Nueva inquilina”.  
   El volumen Alma de caracol arranca con una serie de textos vinculada a la observación directa que propicia la cercanía y el amor a los relieves y destellos de la tierra. La naturaleza cobra una presencia fuerte. Sus elementos multiplican sensaciones e imágenes. Los sentidos escuchan y hacen de la reflexión una vigilia en la que se moldea la sensación con una fuerte contundencia: “Puede la noche / ocultar las petunias, / no su perfume”. Así llueven los haikus que en su levedad tampoco olvidan el matiz crítico y el desamparo de la naturaleza frente al incontinente desasosiego del progreso que va dejando signos desapacibles en las rastrojeras del paisaje: “El carril-bici. / Quién recuerda que allí / crecía un ciprés”, “Un niño trata / de devolver al árbol / la rama rota”.
   El día a día forcejea con la rutina; siembra esa reiteración de hábitos que convierte el sedentarismo del hogar en un refugio de evocaciones, soledad y melancolía: “Tardes ociosas. / El perro dormitando, / las nubes quietas”, “Un nuevo sábado, / el periódico trae / noticias viejas”, “Cuánto ha cambiado / el bar de aquellos tiempos. / Qué triste el vino”, “Todo cerrado / en el día festivo. / Menos el sol”.
   La lectura del contexto cercano es una forma de percibir, dentro de la soledad, el abrazo cálido de la compañía. También la mirada del tiempo, siempre dispuesta al balance vivencial del presente. Laten las horas; el discurrir apunta una variada gama de situaciones vitales. Tras el amplio abanico de la diversidad se entrecruzan el desconcierto diario, la quietud existencial del tedio y la incertidumbre generada por el entrelazado relacional donde discurre la convivencia con los demás. Mirar dentro es quedarse a solas con la conciencia, advertir los rincones de la imaginación, saber que la escritura es una manera de resistir: “Toda la noche / el tráfico incesante, / las obsesiones”, “Salir del sueño / como salir al mundo / por vez primera”.
 A los veneros del asombro y la imaginación, se une el ir y venir de las sensaciones, la vehemencia de ser un integrante más de la naturaleza, esa acuarela de cromatismo renovado que muestra su gran fuerza expresiva. Además, el oficio de vivir recrea itinerarios de memoria y olvido, de propósitos y recuerdos que diseñan la caligrafía de cada conciencia, el testimonio abierto de su introspección. A su paso, el día regala la belleza de lo inadvertido en las cosas humildes y cercanas que expanden en su contemplación la seguridad de lo conocido, una multiplicidad de espigas que conforma la tierra del recuerdo.
  Susana Benet ya es una voz clásica en nuestro entorno poético. Como se ha dicho, comenzó a utilizar la estrofa hace más de veinte años y mantiene en el tiempo una preceptiva sin virajes. La escritora practica un haiku despojado, una instantánea verbal donde sombran los adjetivos y emplea los verbos con concisión extrema. Quien contempla los ciclos estacionales de un mundo cambiante, lo hace con la empatía de quien percibe a través del asombro. La observación captura la belleza del instante. El sujeto, a su paso, anida dentro un patrimonio sensitivo que busca una inasible arquitectura, el esplendor callado de lo perdurable.


JOSÉ LUIS MORANTE



 
 

domingo, 21 de abril de 2024

ESCRITURAS EN FLOR

Alegría
Fotografía
de Cris Aparicio

 

ESCRITURAS EN FLOR

No tengo aspiraciones transcendentes.
Sólo aspiro a ser feliz

ELLA

Escrituras en flor para sobreponerse a lo contingente. Perder el miedo y seguir. La tremenda caída en la Biblioteca Nacional es ahora una anécdota diluida; un repliegue en la sombra con significado difuso.

Ser actores de reparto en los escenarios sociales requiere sumar destrezas básicas. Hay que saber manejar los silencios y hacer de la soledad un lugar interior provisional, oscuro, donde no se sabe si hay alguien.

Me habla de la tertulia y de su amistad con admiración de epígono. Supone que su magisterio es único y con validez universal. Yo abro la mano a la opinión de estos años. Para mí es solo un capítulo cerrado. Sus críticas admiten variadas interpretaciones, pero todas con un único sustrato compartido: el plano rasante de quien busca hacer daño.

Qué pereza escuchar los mensajes de voz; que un escritor, acostumbrado al relumbre de la palabra escrita, responda con audios suscita de inmediato la sospecha de lo urgente, el punteo de una casa con goteras. 

(Apuntes desde Abril, el mes más cruel)


sábado, 20 de abril de 2024

PRIMERA LUZ

Entre la higuera
Archivo de fotos
Parmacultura


 Primera luz.
En las ramas del sueño
oigo trinar.



viernes, 19 de abril de 2024

ELOGIO DE LA BREVEDAD

Pasos a dos
Madrid, Plaza de Colón, abril, 2024
Fotografía
de
Cris Aparicio


EN TORNO AL HAIKU 

 

El haiku teje en silencio, sin dogmas; cuando la poética se aleja de la emoción se refugia en el laboratorio.

 Quien siente una arbitraria mutilación del paisaje cuando cierra los ojos, no mira hacia dentro.

 Leo a San Juan de la Cruz. Percibo en el volar del haiku las cinco condiciones del pájaro solitario: va a lo más alto, no sufre compañía, pone el pico al aire, no tiene determinado color y canta suavemente. 

 La humilde sobriedad del esquema verbal contrasta con su riqueza perceptiva y su capacidad para crear geografías imaginarias.

 El tacto de las palabras recuerda la presión indecisa que muestra la mano de un niño cuando sale a la calle. Entre agarrar y soltar.

 Cada silencio es un potente generador de sentido.

 La percepción poética es una forma de conocimiento. En la lenta conquista del aprendizaje meditación, lectura, sosiego y piel. 

(Anotaciones del libro A punto de ver, Polibea, 2019)