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TODOS,
EN NINGUNA PARTE
Todos somos los inadvertidos habitantes de
Ninguna parte, un municipio sin impuestos y sin padrón municipal, donde a
diario salimos a comprar razones para aguardar los viernes del futuro. Cada uno
de sus vecinos persigue la quimera de la felicidad, esas huellas en la arena
que al final de trayecto nos dicen que la meta fue cada paso que
hilvanamos para llegar a nuestro interior, ese sitio lejano que siempre está en
el horizonte de las esperanzas.
Mi libro Ninguna parte es la crónica viva de esa
convivencia plural. Si me asomo a su casco antiguo, cada una
de sus construcciones está llena de patologías. Así he denominado la primera sección del poemario, que tiene como hilo argumental la erosión del tiempo en el
entorno más próximo, cuando los días incrementan la dependencia de lo
fisiológico; el desgaste nos convierte en seres dependientes y vulnerables que
hacen de la incomunicación una resignada espera en la que se va ratificando el
final. La existencia entonces se torna oscuramente dramática y dispara el
sentimiento de culpa.
Mucho más optimista, como adecuada para la
visita turística del sol de las amanecidas, es el barrio “Deshielo”. Sus poemas
habitables hacen del amor y la amistad una forma de estar en compañía y
compensar carencias. Los sentimientos son hálito fundamental para seguir el
viaje o para recorrer trayectos que mudan paisajes y afectos. Poemas para pasar
las horas en habitaciones con luz.
La existencia, como decurso temporal,
conlleva una inevitable cesación. El epitafio no es sino la voluntad de seguir
hablando cuando consumimos el turno de palabra que de este modo se convierte en
rebeldía frente al silencio. También en Ninguna parte está esa zona reservada
para los ausentes, para los que dejaron la solemnidad de una idea sobre el mapa
del tiempo.
Nunca entendí la poesía como algo misterioso
e inefable, sólo al alcance de iluminados que esperan la azarosa llegada de la
inspiración. Creo en ese trabajo intelectual que transforma lecturas y
vivencias en expresión lingüística. Esta consideración del ideario poético está
presente en el último apartado, el frondoso parque que he denominado “Y todo lo
demás…”. Tal zona boscosa difunde impresiones sobre asuntos internos de la
literatura: el mensaje, la expresión comunicativa, la distancia entre idea y
logro, la identidad del yo lírico…Literatura
Pretendo que Ninguna parte,
por su constitución interna, sea expresión fiel de una mirada de pautas
crepusculares, cuyos contenidos mezclan imágenes y sentimientos. Son los ojos
del ocaso, aunque no olvido que el anochecer siempre tiene un inseparable
enlace con la amanecida, una íntima simbiosis. Nos quedan la palabra y la
esperanza.
La vida, nos queda.
ResponderEliminarYo después de Ninguna Parte conseguí Mapa de ruta, siempre, siempre, se puede ser más feliz. Contigo la felicidad viene con sonrisa y manos en los bolsillos; como quien puede y lo sabe. Como los nísperos.
Querida Gabriela, son días de reflexión sobre el propio ser de las palabras; una y otra vez me preguntan, con motivo de la publicación de "Pulsaciones" sobre las incertidumbres del poema. Y este texto pertenece a la mirada crítica sobre "Ninguna parte" un libro aparecido en 2013 en la colección de poesía de la Isla de Siltolá... No puedo por menos de agradecer tu presencia diaria, tu estar generoso, tu vivir al lado de mis contradicciones. Gracias Gabriela, eres un regalo.
EliminarMe gusta como escribes, pero eso ya lo sabes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tú también sabes que tus palabras son un continuo ánimo para este blog; pero no pierdo el más leve destello de ilusión cuando estás cerca y haces de cada letra un abrazo. Es hermoso, Tracy. Estos días por las presentaciones vivo un tiempo de reflexión sobre mi propia poesía, sobre esta labor de treinta años que ha ido sumando libros e incertidumbres. Seguimos cerca, Tracy, aunque sea previsible la esperanza, aunque me repita cuando hablo de gratitud y afecto. Un abrazo.
EliminarA través de “Ninguna parte” entré en ese horizonte de esperanza que toda tu literatura dibuja firme y acogedora hacia la emoción en la que tu habitas.
ResponderEliminarDe tu mano he ido por las calles del tiempo, acompañando tus devaneos con tantos estados de ánimo como seres pueden convivirte con cada sentimiento.
Por ello… Gracias.
A través de la amistad uno descubre, querida María, que el mundo es más habitable, más hecho de sensaciones y afectos, así que conocerte en Madrid y recorrer las casetas de la feria del Libro fue una experiencia inolvidable. Un privilegio que agradezco al tiempo. Abrazos fuertes.
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