Sueño del origen
Eloy Sánchez Rosillo
Tusquest, Barcelona, 2011
Igual que un paisaje dormido en la memoria, cuya imagen amanece un día, clara y diáfana, precisa en los detalles, el quehacer lírico de Eloy Sánchez Rosillo tiene un aliento antiguo, reconocible, con el que los lectores establecen una confiada relación de pertenencia. No hay quiebras ni desgarros; cada entrega se suma a un crecimiento orgánico; cada poema es un transitar sin pausas por una travesía despojada de elementos superfluos para mostrarse pura y esencial.
El tramo de madurez del poeta murciano ha dejado en el arranque de siglo títulos como La certeza, premio nacional de la Crítica en 2005, y Oír la luz, además de compilar su obra en el volumen Las cosas como fueron. Entrega ahora El sueño del origen, un poemario muy extenso que incluye sesenta y cinco composiciones con una nota final que fecha los textos, entre 2007 y 2009.
Si la madurez como etapa vital suele asociarse a una sensibilidad crepuscular que hace recuento de pérdidas y de la condición vulnerable del sujeto en el cauce del tiempo, el enfoque de Eloy Sánchez Rosillo rezuma confianza y celebración, convencido de la esterilidad de lo negativo. Desde las primeras luces, asistimos a un despliegue de matices y sensaciones que es preciso captar; la naturaleza dialoga con el sujeto con un lenguaje íntimo y personal. El contexto inmediato se presenta como revelación y estímulo para ser y estar y las palabras aprehenden los destellos de la realidad.
Las composiciones, siempre breves, reiteran asuntos autobiográficos, una constante en este tránsito creador donde cada anécdota es transcendida y objetivada, incluso las menos poéticas que en la voz de Sánchez Rosillo adquieren una sorprendente categoría estética. Léase por ejemplo el poema “Ranas” al que pertenecen estos versos: “Sin duda es mal negocio escribir sobre ranas. / Todo el mundo lo sabe; no son bichos poéticos. / Mucho tiempo he callado, / pero hoy / no tengo más remedio que hablar de ellas, / pues insisten e insisten, reclamando / su derecho legítimo a que las considere / y de una vez por todas me resuelva a decirlas”
Sueño del origen abriga una poesía emotiva y terapéutica. No hay razones para el pesimismo; el final de la existencia resuelve ese feliz misterio de lo cotidiano que culmina un ciclo: “Este final dulcísimo / es el principio fiel de cada cosa, / la serena alegría de un brotar / que sin transcurso fluye / y desde siempre y para siempre mana/ en el instante mismo del origen”.
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