Playa de Valdelagrana
Un tórrido silencio
inclemente quemaba los restos de la tarde.
El viento de levante recogía muchachas
y las depositaba en los cercanos bares
del paseo marítimo.
Emulaban los toldos de las cafeterías
briosos estandartes cabalgando
en pos de la batalla.
Sólo tú perdurabas, como un dios estelar,
siguiendo las consignas de las contemplaciones,
escribiendo en la arena con tus pasos,
abstraída y feliz,
cautiva de un paisaje
inmóvil, denso, azul.
(
Mapa de ruta, pág. 34)
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