Los muros de la ciudad muchas veces se convierten en eficaces folios en blanco para los deleznables graffitis, que ponen un rostro resacoso en los desconchones del pequeño comercio, y para la metafísica nocturna de la pintada urbana. La pintada es un género de bolsillo en el que todavía es posible descubrir vocaciones de filósofos, existencialistas residuales y seminaristas en crisis.
A los ojos del turista accidental las entrañables pintadas pretenciosas pueden producir efectos colaterales; por ejemplo, sustituyen la lectura de Ortega y Gasset y resumen casi toda la poesía del silencio:
De la nada a la nada. Billete gratis.
La cultura me persigue, pero yo voy más deprisa.
Dios no está. Se prejubiló en el ERE anterior.
Dios no está. Se prejubiló en el ERE anterior.
Heroína (de comic) compra camello maleable, que entre por el ojo de una aguja. Búsqueda infructuosa.
Mi vida (domicilio provisional)
Se busca lugar neutro. Sin vecinos.
Está lejos; roza el umbral del más allá.
Confidencial: fui YO.
Cuba Libre y Venezuela con Cocacola.
Manoli, tu palabra es el eco de una voz interior. Firma: Jonathan
Mi vida (domicilio provisional)
Se busca lugar neutro. Sin vecinos.
Está lejos; roza el umbral del más allá.
Confidencial: fui YO.
Cuba Libre y Venezuela con Cocacola.
Manoli, tu palabra es el eco de una voz interior. Firma: Jonathan
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