APUNTES AL PASO :
. La cartografía urbana de Berlín tiene dimensiones teatrales y un punto cero donde todo comienza: La Puerta de Brandeburgo. Desde allí, un jardín de senderos que se bifurcan hacia el Reichstag, hacia el monumento en memoria de los judíos asesinados en Europa, hacia las embajadas de los vencedores o hacia el Hotel Adlon...
. Una ciudad en ruinas y una guerra; una historia de vencedores y vencidos con un paisaje después de la batalla y con abrumadores daños colaterales.
. El monumento a los judíos asesinados es un memorial extraño. Suelo ondulado, quietud, cemento, simetría y más de 2700 cubos de hormigón que recuerdan la más tenebrosa barbarie cometida en Europa. Por debajo un Centro de información y la sensación de que todos somos culpables, también la buena gente, la que tiene las manos limpias y mira hacia otro lado. Es difícil salir de allí sin dejarse arrastrar por la melancolía.
. El incendio del Reichstag propició el ascenso imparable de los nazis y una política de manos libres. "Primero vinieron a por los comunistas..." Nadie lo ha dicho mejor que aquel poema de Bertolt Brech que aprendí de memoria y que tantas veces escribí en la pizarra de mis clases, aunque ahora lo cite mal y no tenga a mano la poesía completa de Brecht para copiarlo entero.
Norman Foster remodeló la cúpula y puso en sus materiales cristal y transparencia, para que los políticos vieran al pueblo (dicen).
. En el bulevar Unter den Linden, otra vez los tilos.
. De noche la ciudad cobra una insólita animación callejera con mercadillos de gastronomía local, excelente cerveza y vino caliente con olor a anís. Buscamos entradas para un concierto de la Filarmónica. Un poco de suerte, como con esta climatología hospitalaria de frío otoñal y cielo limpio.
. Después, la ciudad duerme.
. Después, la ciudad duerme.
Leo con interés la crónica de tu viaje, esperando que me la amplíes delante de un café.
ResponderEliminar¿entonces la traducción al lenguaje llano de los pueblos del sur es que te lo has pasado teta?
ResponderEliminarUn día como hoy, hace tres años yo estaba en Berlín, grabando en la memoria y los sentidos la historia del mundo.
ResponderEliminarYo viviría allí.
Moriría de frío enseguida... pero me iría hoy mismo.
Muchos besos.
Querida avispita, tengo la misma sensación que tú. La hospitalidad de Berlín es evidente, como es evidente el paso de la historia en cada una de sus calles. El frío también es una presencia continua. Nosotros volveremos de nuevo porque la oferta cultural de Berlín es muy amplia y no nos dio tiempo a ver todo lo que queríamos. Un abrazo.
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