El lector de Julio
Verne
Almudena Grandes
Tusquets
editores, Barcelona, 2012
En su ensayo Tesis de filosofía de la historia, W. Benjamin insiste a menudo en la
tendencia del historiador a identificarse con los postulados de los vencedores.
Esa visión homogénea del conflicto se convierte en patrimonio cultural y
borra cualquier rastro épico de los
perdedores. Hay, sin embargo, investigadores que avanzan a contracorriente,
adversos a las líneas críticas del conformismo oficial. De modo semejante
plantea Almudena Grandes (Madrid, 1960) su ambicioso ciclo narrativo en torno a
la guerra civil española y al devenir de la dictadura franquista. La escritora
pretende rescatar del olvido comportamientos y gestos semianónimos de
identidades que merecen un amplio reconocimiento por su sentido ético.
La primera entrega de este ciclo de
inspiración galdosiana, Inés o la alegría se centraba en el
ejército de la Unión Nacional Española y en su invasión del Valle de Arán, en
el Pirineo de Lérida, en octubre de1944. Su nueva salida, El
lector de Julio Verne nos traslada a la Sierra de Jaén, en el trienio del
terror, entre 1947 y 1949, para recrear la guerrilla de Cencerro, un rebelde
mítico.
La escritora pone en boca de Nino, un niño de
nueve años, el hilo argumental. Hijo de un guardia civil, su existencia
discurre en la casa cuartel, entre familias del cuerpo, en un clima de tenaz
inocencia que poco a poco se resquebraja, cuando la voz narrativa está a punto de cumplir diez años. El
calendario marca el año 1947 y la situación social del destino paterno en
Fuensanta de Martos, un núcleo rural. La
guardia civil vela por el orden establecido y ejerce una feroz represión sobre
los sospechosos de colaborar con una guerrilla asentada en los montes cercanos.
Entre los emboscados hay un nombre,
Tomás “Cencerro” que ha sido capaz de aguantar la presión del ejército y de
ganarse el respeto de la población con gestos de generosidad y valor; cada vez
que se anuncia la captura del reclamado guerrillero, vuelve a perpetuarse el
nombre en otro lugar cercano, porque ya no es un sujeto concreto sino un
símbolo de la resistencia.
El niño, que va conociendo los desajustes de
la realidad y va descreyendo de esa trinchera abierta entre buenos y malos, es
enclenque y menudo, y sus padres temen que no de la talla en el futuro para
seguir la tradición paterna. Pero el pequeño lector de Julio Verne no quiere vestir
de verde, calzar votos y encajarse el tricornio sobre la frente, poco a poco va
aprendiendo que su padre está lleno de dudas y que hay actuaciones en el
cuartel que son meros episodios de crueldad. En cambio siente admiración por Pepe
El Portugués, un personaje solitario que vive en la montaña, cuya existencia es
sinónimo de libertad y adaptación al medio. Por este amigo adulto llega a
sentir un respeto reverencial, una suerte de admiración basada en su solvencia
para resolver primeras necesidades y en su hermanamiento solidario con los que ejercen
empleos miserables.
Almudena
Grandes construye un poblado friso de figuras emotivas en el que podemos
vislumbrar la crónica viva de un tiempo feroz. El régimen de Franco afronta el arranque
de la dictadura con una dureza exorbitante que obliga a posicionarse a los que
la soportan. Y en este deambular de peones Nino vive su particular crecimiento
como persona y moldea una subjetividad
que borra cualquier rastro de inocencia. Si no puede culminar en el futuro el
empeño paterno por su escasa estatura, sí está dispuesto a cumplir con su
destino y dar la talla; no cerró los ojos ni fabricó verdades complacientes. Afrontó la realidad de acuerdo con sus propias ideas.
EL LECTOR DE JULIO VERNE, como especifica la autora en la nota final, concilia historia y ficción, pero también es un homenaje al libro y a quienes nos inculcaron la pasión por la lectura.
ResponderEliminarEl libro es la mejor manera de romper el encierro en el laberinto de inercias de lo cotidiano. En el pequeño protagonista, Nino Pérez, que vive en la oscuridad de una casa cuartel, a finales de los años cuarenta, se cumple aquel principio básico de la lectura: "los buenos libros nos transforman, mudan la identidad".
En un fugaz paso por Rivas, que me sirve de rellano para partir hacia el mar la semana que viene, leo esta entrada, como todas, magnífica.
ResponderEliminarUn beso, amigo.
Querida Elena, muchas gracias por dedicarme un poco de tu tiempo. Ya sabes que Almudena Grandes es una escritora de caracteres inolvidables, como Don Benito Pérez Galdós, y en esta novela hay dos o tres personajes que se quedarán a vivir en nuestra memoria.
EliminarFeliz verano y un abrazo fuerte a Paco. siempre estáis cerca, también entre chiringuitos playeros y sombrillas chillonas.