Josep M. Rodríguez
XIV Premio de Poesía Generación del 27
Visor, Madrid, 2012
Cada momento generacional se consolida a través de compilaciones que
acogen la creación colectiva de las voces más relevantes. Uno de los imprescindibles
en los últimos recuentos es Josep M. Rodríguez (Súria, Barcelona, 1976), licenciado
en Filología Hispánica y autor de los poemarios Las deudas del viajero, Frío, y
La caja negra, a los que ahora se suma Arquitectura
yo. Completa su perfil creador el ensayo Hana o la flor del cerezo y las antologías Yo es otro. Autorretratos de la nueva poesía española y Alfileres. El haiku en la poesía española
última.
El título me deja de inmediato resonancias del poeta y arquitecto Joan
Margarit, el más celebrado exponente del mapa lingüístico catalán, pero no
se perciben de forma explícita las afinidades discursivas: el hiperrealismo
emotivo y autobiográfico de Joan Margarit contrasta con la velada presencia del
intimismo en el sujeto textual de Josep M. Rodríguez y con la objetivación de
referentes, obviando en este breve comparativo los contrastes formales.
No hay apuntes de epigonía sino conocimiento y confianza del discurrir
de la tradición, como enuncia Eloy Sánchez Rosillo en la contracubierta. Nos
hallamos ante un cauce verbal denso, reflexivo, que abre el pesimismo
indagatorio de Alejandra Pizarnik: “Está oscuro y quiere entrar”, aserto
paradójico que aglutina exploraciones y sondeos.
Alguna vez he leído, ya no recuerdo dónde, que los versos de Josep M.
Rodríguez amplifican el realismo desde la sugerencia. Es una excelente
definición que hago mía de inmediato. El sujeto verbal no emplea la
terminología del realismo enunciativo, busca para la arquitectura del yo protagonista
andamios nuevos y anula marcas gastadas de etiquetas tópicas. Así define la
semántica nocturnal de la tristeza en “Crudo”, el poema inicial: “De tan negra
/ y profunda / la tristeza parece un pozo de petróleo. / ¿Se formará también de
aquello que está muerto? ”.
El avance poemático es lento,
sugiere una reflexión intensa que busca una fórmula escueta para su resultado y
recurre a imágenes novedosas: “reclama para ti la lentitud del saurio, / la
inocencia del fósil “. Son versos que con sus mínimos elementos hayan sitio en
nuestra memoria.
Estamos ante una colección
poemática hecha desde la introspección donde la identidad es uno de los asuntos
centrales del sujeto y se define a partir de experiencias vitales como la
pérdida; somos lo que vamos abandonando a cada paso del tránsito diario; lo
dice bien la imagen en la rama del nido vacío, o las hojas desprendidas, como
vulnerables elementos de una postal de otoño.
El paisaje constituye una sostenida indagación temática, privilegiando
la idea de que las formas externas son prolongaciones emotivas; el sujeto es
intérprete de lo aparente que describe, unifica y relaciona: “El otoño también
llega hasta el mar, / una a una / las olas / se deshojan “. Las palabras
construyen la contingencia de lo real.
Arquitectura yo afianza con brillantez
la singular aportación de Josep M. Rodríguez al espacio poético contemporáneo.
Acabo de conocer su existencia y ya me ha enganchado su lectura. He "ganado" minutos al trabajo adelantado a la semana leyendo y disfrutando. Bucear en sus textos siempre es mejor cuando se conoce al autor y este blog me hace sonreir, en parte por ese conocimiento.
ResponderEliminarGracias José Luis por enseñármelo pero debes saber que ahora te guardo un poco de rencor por haberme privado de este placer mucho tiempo.
Un beso. Henar.
Querida Henar, es un privilegio para mí que sigas el blog. También que hayas comenzado tu lectura del blog con esta entrada de Josep M. Rodríguez, un poeta contemporáneo que en muy poco tiempo ha creado una poética reconocible y de calidad. Josep M. Rodríguez marca un nuevo rumbo en el arranque de esta década. Abrazos fuertes.
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