La luz que oculta la niebla
José Guadalajara
Bohodón Ediciones, Madrid, 2012
Hasta las páginas de La luz que
oculta la niebla, el escritor José Guadalajara integraba la nómina de
autores dedicados de modo exclusivo a la novela histórica. Tras sus estudios sobre el Medievo y las
reputadas investigaciones sobre el Anticristo, había depositado en la mesa de novedades Signum, Testamentum, La reina de las
tres muertes y La maldición del rey
sabio. Todas desvelan una paciente labor de sondeo para alumbrar tramas y
personajes en marcos históricos que reconstruyen con fidelidad algún rincón
del pasado. En su quinta salida, La luz
que oculta la niebla hay una voluntad de exploración de otros cauces
argumentales a través de un relato amoroso, concebido como una propuesta
introspectiva, elegíaca e intimista.
El ahora se convierte en tiempo narrativo de una identidad femenina. Se nos cuenta en primera persona el despertar de su memoria, tras la
recepción de una carta, cuyo remitente aviva la búsqueda de indicios
sentimentales. Desde ese momento, aún con la misiva cerrada, la protagonista
se ocupa en poner luz a una etapa vital de búsqueda y descubrimiento relacional.
Sus rememoraciones conducen a los años universitarios, en la amanecida de la
transición, tras la muerte del dictador. El entorno social respira un clima
de libertad esperanzada, como si fuera posible cualquier utopía. Son días
juveniles y la narradora se retrata a sí misma como un temperamento abierto y
contestatario, con gustos vegetarianos y una activa vida sexual. Cursa
Filología Clásica y tiene un buen bagaje de lecturas en el que no faltan los
poetas que definen ese tiempo, los novísimos, aquella promoción literaria que
convirtió a Venecia y el culturalismo en rasgos habituales.
Sin embargo, sus enlaces con los demás sólo son aproximaciones
esporádicas. Una fotografía trastoca esa firmeza del estar solitario. La
descubre un día cuando en el lugar de trabajo, su jefe, Fermín, director de una
academia de enseñanza, repasa instantáneas de los años setenta. La imagen es
también la excusa para un primer viaje en el que conoce a Mateo, el personaje
retratado, quien no sólo no decepciona su intuitiva atracción sino que en un
beso esporádico y furtivo alimenta la idea de una convivencia común, a pesar de
que ya tiene pareja y que su trabajo académico como catedrático de arqueología
supone frecuentes viajes y alejamientos.
Se inicia así una relación sentimental compleja, basada más en la
idealización que el conocimiento ajustado del otro. Sólo comparten algunos
encuentros apresurados y la pasión por el pasado, pero hay pocas esperanzas de
que ese amor se convierta en un trayecto en común.
La vida laboral impone su calendario de rutinas y obligaciones en el que
los sentimientos afloran como corrientes discontinuas. La inquietud del deseo
se convierte en pasarela hacia el otro, en el espacio íntimo donde cabe una
realidad ensanchada.
Tres iniciales en el dorso de un sobre; una excusa, como la celebrada
magdalena de Proust, para capturar el rastro de un tiempo perdido en el azogue
gris de los espejos, hecho de sensaciones y añoranza. Y un libro distinto a los
que integran su trayecto creador que nos da una faceta nueva del autor, José Guadalajara, que
convierte al amor en un microcosmos escénico, con vía libre para emocionarnos y
para pensar que el amor ideal y el real sólo tienen vagos parecidos.
Con la lectura de este nuevo libro de José Guadalajara he podido comprobar, una vez más, su calidad literaria en este género narrativo que tan bien domina. Ha sabido dejar su huella personal e inconfundible, aunque haya cambiado de escenario histórico trasladándose, temporalmente y como un atractivo reto, al mundo contemporáneo.
ResponderEliminarLa historia, tal y como está narrada, me ha facilitado la posibilidad de reflexionar sobre el comportamiento humano y las relaciones sociales, y, al mismo tiempo, realizar una introspección sobre las relaciones amorosas tan condicionadas por esa moral establecida impuesta por el hombre frente a una moral “natural” exenta de “prejuicios humanos” difícil de experimentar.
Una lectura fluida y amena, con un profundo trasfondo, que invita a replantearse nuestro paso por la vida.
Enhorabuena a los dos: A ti, José Luis, por esta atractiva reseña, y a J. Guadalajara por compartir con nosotros su nueva creación literaria.
Vaya, Candela, tu forma de meditar sobre la novela de José Guadalajara comenta tantos aspectos lectores que mi reseña se queda corta. Es verdad que el libro supone un estrato diferente en el trayecto creador. Se abandona el pasado (aunque no hay que olvidar que el protagonista masculino es un catedrático de Arqueología, especializado en el Antiguo Egipto.
EliminarSobre las relaciones sociales, un tímido como yo, no sabe mucho fuera de esa multitud que componen los cinco o seis amigos más cercanos.
Y es verdad, ya lo escribió Cernuda, que nos pasamos la vida caminando entre la Realidad y el Sueño.
Gracias, Candela, es un placer hallar lectoras como tú.
El próximo jueves tendré la oportunidad de acompañar al autor en su presentación. Sin lugar a dudas La luz que oculta la niebla es todo lo dicho y más. Pero para descubrirlo el lector tendrá que entrar en su lectura, porque hay tantas impresiones como lectores.
ResponderEliminarAllí estaremos, descubriendo esos matices de cada lector. He visto la banda de música que sugiere el libro y que tú comentas; también las referencias cinematográficas... El arte conexiona siempre los distintos campos artísticos y el autor sabe dar a cada uno de esos apartados un lugar propio
EliminarDesde mi pasado nostágico, agradezco, tanto a Candela como a José Luis, estas reflexiones sobre LA LUZ QUE OCULTA LA NIEBLA. Ambos han dado claves imprescindibles para la profundización en sus aspectos argumentales y en la densidad psicológica de sus personajes.
ResponderEliminarComo apunta José Luis, "la protagonista se ocupa en poner luz a una etapa vital de búsqueda y descubrimiento relacional". O como bien afirma Candela: se aborda "una moral “natural” exenta de “prejuicios humanos” difícil de experimentar".
Espero que disfrutéis de la presentación en Rivas el día 15 de noviembre o, si lo deseáis, de la que tendrá lugar en el Ateneo de Madrid el día 28, de la mano del poeta Francisco Castañón y del escritor Fernando Marías.
La factura de la novela de José me ha parecido fantástica. Ha sido muy valiente en este cambio de registro. Una aventura que ha tenido éxito, sin duda. Mañana tendré el honor de presentar esta historia que se anuncia como "escrita con lápiz de labios", pero es mucho más que eso. Mi propio comentario sabrá a poco comparado con tus apreciaciones. Gracias siempre por acomodar el ojo lector a detalles desapercibidos.
ResponderEliminarReseña para “La Luz que oculta la niebla”
ResponderEliminar(Laura Olalla)
Como un inmenso ópalo de existencias presenciales repoblado de imágenes, la palabra narrada se nutre de esa lentitud del tiempo que nos abraza en un sínodo de recuerdos venidos de un pasado lejano y que complementa a ese presente de humanidad y misterio que porta cada individuo.
¿Amores reales o literarios?. Una amalgama de ambos fusiona nuestra vida en una comunión aceptada, madura y consciente del recreo de los corazones. Varios personajes interpretan su papel con excelencia pretérita. Nostalgia de “haberes y debes” programan la existencia de todo ser viviente, en un emplazamiento de luz que se oculta en la niebla de lo que somos: <>, realidad y ficción.
(Según el propio autor, el cofrecito, negro nacarado, representa al cosmos y el sobre que la protagonista Estela recibe por correo y que guarda en éste durante todo un día, es el alegato de los seres humanos.)
Es una novela breve, romántica, donde todo fluye con la naturalidad de la vida misma. Unidad, cohesión, albergue y elegancia en una trama desarrollada con buen léxico y una carga poética de gran elevación pronostican excelentes augurios para el lector. Estas páginas enganchan desde principio a fin, por su enorme almacenamiento de pasiones y deseos no siempre cumplidos. Los personajes, de gran cultura e inteligencia, cada uno en su especialidad, saborean el buen hacer de una pluma generosa que les hace trascendentes y atemporales. De tracto contemporáneo nos retrata con decisión y viveza el comportamiento del hombre, su psicología, sus debilidades y su efervescente virtud: el amor.
“La luz que oculta la niebla” es la luz que cada cual llevamos, con mayor o menor acierto, en nuestro propio yo.
Ha sido una presentación amena, emotiva y sobre todo original y sorprendente…
Mis más sinceras ¡¡¡¡FELICITACIONES!!!!, AMIGO-ESCRITOR, JOSÉ GUADALAJARA.
En Rivas, a 15 de noviembre de 2012
Es un gesto destacable que prime el afecto y la armonía entre escritores del mismo ámbito. Gracias por tu reflexión, Laura, que suscribo al cien por cien: un acto emotivo, bien programado y original en su planteamiento. Y naturalmente, una gran alegría por ver la sala del García Lorca llena en un acto literario.
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