sábado, 17 de noviembre de 2012
LA CITA.
LA CITA
Quedamos para un lunes y como por ensalmo
duró aquella semana muchos meses
y demoraba noches una abúlica luna.
Por tan malos augurios parecía
que el fulgor de la cita se apagaba,
pero en mí resonaba como un eco.
Llegaríamos puntuales.
Voluminosos trazos recortarían siluetas
en la barra de un bar,
donde siempre se bebe en doble fila
y hay un intenso flujo de voces de babel.
Yo sólo miraría, reclamando
un espacio discreto, cualquier sitio,
un atolón lejano, un mar al sur,
una calle de invierno
o mismamente el coche y el vaho de sus cristales
que declina la sombra y la intemperie.
La besaré sin tregua, no sabré qué decir.
El silencio contiene más deseo y tristeza,
moneda habitual entre los solitarios...
Y hasta imagino el rostro de la desconocida
que acudirá a la cita cualquier lunes.
Pero que acuda pronto;
como plena marea me desborda el deseo
y convierte la espera
en un vulgar asunto de psiquiatras.
(De Población activa, Deva, Gijón, 1994)
Lo bueno, lo hecho con el corazón y la cabeza no pasa. Me sorprende ver la fecha del poema. Parece escrito esta mañana.
ResponderEliminarEsa circunstancia temporal es casi de ahora mismo; las citas que hoy persigo con la cronología de la urgencia son las mismas... y las desconocidas siguen sumando pasos por otras avenidas.
EliminarUn abrazo cordial como cada día, amigo. También aquí es otoño y lluvia oblicua.
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