ENEMIGOS
. Los que taponan todos los sumideros con sus quejas.
. Los que ven hostilidad en un consejo.
. Los almacenistas de coartadas.
. Los que aspiran a ser el brazo ejecutor de la sentencia.
. Los que hacen de la mentira un simple trámite para mentir
de nuevo.
. Los que abandonan a los demás tras el recodo de sus
intereses.
. Ellos, los enemigos que con tanta firmeza
corroboran su papel estelar en nuestras horas.
Buena lista de enemigos, aunque sin ellos no
ResponderEliminarhabría buenos, o serían tantos los buenos que
la vida sería ñoña, hay que poner un enemigo
en tu vida para hacerla difícil y que cada
cosa buena nos sepa a gloria.
Un abrazo
Querido Paco, no tener enemigos sería un estrepitoso síntoma de alarma. Estaríamos muertos, seríamos seres angélicos desconectados de la realidad. Así que hay que cultivar la felicidad para que crezca cerca la sombra.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y un placer no decepcionarte.
Muchas veces, los peores enemigos somos nosotros mismos y nuestras propias limitaciones. Por ejemplo, cuando nos resulta arduo cultivar el insólito don de la enemistad y salir a la intemperie tras abandonar el paraguas de las convenciones sociales.
ResponderEliminarUn placer leerte. Un saludo.
Ismael
Es verdad, Ismael, el pudor disimula nuestras limitaciones; pero la desconfianza en la propia identidad garantiza que seamos conscientes de nuestra estatura.
EliminarUn abrazo fuerte y muchas gracias por tu continuo apoyo.
No cabe duda, sin enemigos no conoceríamos por contraste a los amigos. A veces, es más fuerte la lealtad de ese contrario, que la conveniencia de aquel que blasona de la amistad.
ResponderEliminarMis enemigos me mantienen viva.
Un abrazo.
Comparto tu idea; los enemigos son tan parte de nuestra convivencia cotidiana que su latido es el tono de nuestro latido. Cansan, desconciertan, nos hacen perder energías y tiempo... pero están tan próximos que dan ganas de dar los buenos días y de prestar un rincón de la casa. Eso, sí, de lo que pensamos de ellos en voz baja no diré nada.
EliminarAbrazos.
Me ha venido a la mente la célebre fábula de la serpiente y la luciérnaga, ¿la recuerdas? Más o menos es así:
ResponderEliminarUna serpiente estaba persiguiendo a una luciérnaga. Cuando estaba a punto de zampársela, ésta le dijo: "¿Puedo preguntarte algo?" La serpiente respondió: "En realidad no suelo contestar preguntas de mis víctimas, pero por ser tú te lo voy a permitir." Entonces, la luciérnaga preguntó: "¿Yo te he hecho algo?" "No", contestó la serpiente. "¿Pertenezco acaso a tu cadena alimenticia?", preguntó de nuevo la luciérnaga. "No", volvió a responder la serpiente. "Entonces, ¿por qué me quieres comer?" Y la serpiente le contestó: "Porque no soporto verte brillar".
En mi opinión, los enemigos son así: no soportan contemplar el brillo de la persona objeto de sus obsesiones. Es verdad, como dices, agotan, desconciertan, roban energía... Me gustaría creer que en el mundo hay un lugar para cada ser humano; si cada cual pensara que tiene un lugar único e intransferible, entonces se extinguirían esas relaciones tóxicas, las envidias, las enemistades, el pisotear al otro. Se trata de que cada cual desempeñemos lo que mejor sabemos/podemos hacer; se trata de respeto, de mirar al otro, de salir al mundo y saberse parte de él, parte de un flujo y una corriente creadora. En fin. Podemos construir, todos desde nuestra parcela, desde nuestro paisaje interior.
Recibe este abrazo.
Qué texto tan sugerente, querida amiga. Me quedo con un deseo y una posibilidad que apuntas en tu fábula: "en el mundo hay un lugar para cada ser humano". Seguro.
EliminarUn abrazo cordial, Anaís.