El libro de las baladas y Romances de colorido (con los poemas anteriores a Abril) Luis Rosales Edición de Xelo Candel Vila Visor Libros, Madrid, 2012 |
AMANECIDA
La obra poética de Luis Rosales, aunque siempre ubicada en el estante principal
de la lírica del siglo XX, ha tenido en su lectura una percepción sesgada,
condicionada en buena medida por los pormenores biográficos. La feroz represión
falangista que acabó con la vida de Federico García Lorca en los primeros meses
de la guerra civil dejó un tizne sucio sobre su biografía y ni siquiera
investigaciones como La calumnia, la
definitiva aportación de Félix Grande, han diluido por completo la deleznable
falsificación. Por tanto, a pesar de los notables reconocimientos oficiales, su
plena ubicación canónica ha sido tardía, como ha sucedido con otros nombres de
la generación de 1936. Así lo señala en las páginas introductorias la poeta y
ensayista Xelo Candel Vila, continua valedora del legado de Luis Rosales
(Granada, 1910-Madrid, 1992), de quien acaba de editar, con Julia Barella, una
reflexión crítica que unifica trabajos escritos al hilo del primer centenario.
Es sabido que el suceder escritural es un largo proceso que aglutina
tanteos y circunvoluciones hasta hallar la línea continua en la que mejor se
define una voz singular. Los libros y poemas sueltos que aquí recupera Xelo
Candel Vila pertenecen a esta fase de amanecida. Son dos libros inéditos que un
joven poeta presentó en 1930 en el centro Artístco de Granada. Son frutos de
tanteos formativos que solo tienen una dimensión periférica en el quehacer
rosaliano. De hecho, casi todos los estudios consideran como inicio el poemario
Abril, libro de 1935 en el que son
perceptibles los ecos de Garcilaso, San Juan de la Cruz y Fray Luis de León,
que ha contribuido a crear un perfil clásico, formalista y de aliento
religioso.
Los conjuntos poemáticos que preceden a Abril deben entenderse como muestras que contribuyen a clarificar
el horizonte esteticista del poeta; nos dejan los primeros ensayos formales y algunas
motivaciones argumentales que se van afianzando en el tiempo como asuntos
consolidados por la experiencia verbal. El
libro de las baladas tiene mucho de carpeta de taller, de aplicado
ejercicio de manos; mientras que Romance
de colorido paga el obligatorio peaje a la poderosa personalidad de
Federico García Lorca, en aquellos años inevitable referente cultural. Otros
poemas son composiciones desperdigadas en revistas de la época en las que se
amalgama la experiencia lectora y cierta ingenuidad juvenil. Son pasos que lentamente
llevan hasta el deslumbramiento de La
casa encendida, entrega que por sí solo justifica la presencia del poeta de
Granada en cualquier canon.
Estas luces tempranas de Luis Rosales que con tanto acierto
contextualiza Xelo Candel Vila en el prólogo y en las minuciosas notas
finales suponen una vivificante inmersión en un lenguaje poético maleable, son
la propuesta incipiente de una voz en crecimiento que mezcla hechuras y
carencias. El cauce de los años hace justicia y concede a Luis Rosales palco fijo en la mejor poesía del
siglo XX.
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