Las manos del poeta Fotografía de Esther Muntañola |
Poética homenaje
A los que se quedaron
Preguntan mis amigos
-los pocos que me quedan, aquellos que sospechan
que una sonrisa es triste,
los que cerca apuraron copas y adversidades,
los sitiados al norte por el mundo,
al sur por la cicuta cotidiana,
al este y al oeste por extraños
semejantes en todo-,
con esa ingenuidad de los actos reflejos,
que cómo sobrevivo al triple salto
de escribir un poema con los tiempos que corren.
Me tienta sumergirlos
en la desolación de una monografía
sobre los suplementos nacionales
(literarios, se entiende),
en la gélida hondura de mi espejo,
en la Torre de Brainor,
o en la sección de libros
de grandes almacenes.
Mis amigos insisten
y de nuevo un silencio cicatero y reacio
me contiene, porque otra vez un verso
me ha sellado la boca
y oculta su mordaza
la posible respuesta.
Pd.- Esta tarde leo en Rivas poemas de mi libro NINGUNA PARTE. Será a las 19 horas en el Centro Cultural Federico García Lorca. Al levantarme, mientras asentía en silencio el jardín otoñal, pensé que hace veinticinco años que estoy aquí. Que en este tiempo se han multiplicado libros y presentaciones. Que siempre estuvieron conmigo unos cuantos amigos. Este poema, que pertenece al libro Población activa, es para los que se quedaron conmigo, en cualquier punto cardinal.
Desde Sevilla con cariño y cálida sonrisa. En la certeza de que "Ninguna parte" es el camino del corazón.
ResponderEliminarQue tengas suerte, Dolores, ya sabes que en literatura el arte es largo y además no importa. En la vida también. Sevilla está cerca, en la silla que aguarda tu regreso.
EliminarY los amigos virtuales, hallados en internet, en esta nueva época de la historia, también seguimos tus versos y nos agradan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo sé, Jesús, no son amigos virtuales sino con la materia firme de una amistad antigua. Los que van a diario con mis ilusiones no necesitan coincidir conmigo en la cola del pan sino en el deseo de un mundo compartido de amistad y poesía.
EliminarAbrazos.
Un poema muy bonito...
ResponderEliminarMuchas gracias, Marta, y un abrazo fuerte desde Rivas. Hace frío y es siempre muy grato contar con el brazo cálido del afecto. Soy muy torpe, no sé caminar solo.
EliminarQuien escribe de esa forma tiene que saber caminar solo. De todas formas las palabras y trozos de nuestra vida, caminan a nuestro lado siempre, aunque no seamos conscientes de ello
EliminarNaide camina nunca solo; el pasado es la raíz, cada vivencia, cada encuentro , cada tiempo es un patrimonio personal que enriquece y al qe no es posible renunciar. Somos luces y sombras. Aciertos y errores. Es verdad que puede prevalecer en cada biografía la luz o la sombra; yo soy de los que nunca borro nada: el pasado es siempre un imprescindible compañero de viaje, de ahí mi tendencia a la elegía y a la nostalgia.
EliminarUn abrazo y muchas gracias por la reflexión.
Ay, que no he podido asistir a tu presentación...¡Y sabes cuánto lo siento!
ResponderEliminarNada he sentido más que no encontrar tu silla ocupada, para darte un abrazo por tus palabras sobre NINGUNA PARTE, habrá que buscar un día que no sea jueves para que el recuerdo de Julio Mariscal tenga voz en nuestro pueblo y se quede a dormir en nuestro tiempo.
EliminarAbrazos
Lamento mucho no haber podido pasarme por motivos laborales. Pero ya comprobé que fue del todo un éxito. ¡Felicidades!
ResponderEliminarQuerido Fernando, yo no usaría la palabra "éxito"; el aforo en poesía es siempre limitado y las ventas de libros nunca perrmiten adquirir un traje nuevo; digamos que mis poemas oyeron el latir común de los amigos, que estuvieron en la isla habitable de la complicidad. Abrazos.
ResponderEliminarFue un placer escuchar -y conocerte- en persona. Un acto sencillo, bello y emotivo, como solo puede darse con la buena poesía. Enhorabuena por el libro y por el estupendo poema con que abres esta entrada. Escribir hoy no es un acto temerario, sino humanamente necesario, como ayer, como hoy, como nunca.
ResponderEliminarRecuerda lo que decía Ángel González: "la poesía no existe de espaldas al lector"; sólo me quedan unas pocas certezas entre las manos, una de ellas dice que el poema no es más que un diálogo entre dos latidos y sus palabras marcan la cercanía entre ellos.
EliminarPara mí fue un regalo encontrarte en Rivas, pero no tuve la sensación de ver a un desconocido, sino de abrazar a un compañero de viaje. Un placer, repito. Seguimos cerca.