Londres, 2010 Fotografía de Javier Cabañero |
ENCUENTRO EN EL BUS
Nos encontramos en la estación central, mientras adquiría el bono semanal de transporte. Sentado en un banco, leía un libro que yo le había regalado cuando aparecieron los primeros síntomas de su enfermedad y fue hospitalizado. Los sonetos de W. Shakespeare. Mi desconcierto fue mudo y palpable. Recordé de inmediato la fecha de su ausencia; había fallecido cinco años antes pero su apariencia no delataba ninguna mutación. La inquietud de sus ojos me dijo en silencio que mi aspecto físico sí había cambiado y que en mí era palpable la erosión del tiempo.
Ya en el autobús, espié cómo su sombra se desvanecía en el aire frío del otoño londinense. Guardé conmigo una certeza, un futuro encuentro cualquier día.
Esos encuentros inesperados José Luis. Con los vivos y con los muertos.
ResponderEliminarFeliz tarde.
Sí, Loly, como le sucedía a Pedro Páramos, uno nunca sabe dónde está exactamente. Un abrazo enorme y espero que la novela te esté gustando. besos.
EliminarTodo está en todas partes, solo hay que mirar para verlo y ser consciente de ello es lo que nos da la certeza de lo que somos y donde estamos. Al igual que tus aforismos estos relatos breves me encantan, son lecciones de vida. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEso se llama afecto, querido Paco, nunca falta tu palmada cordial que es también la lección de vida que deja entre las manos la amistad. Gracias.
EliminarTu relato, tan breve, y tan lleno de misterio y poesía. Besos,
ResponderEliminarGracias por el cariño, Susana. Ya sabes que la brevedad es siempre la cortesía hacia el lector. Esa manera de abrir la puerta con gesto amable. Un abrazo.
EliminarY tan apropiado para el día.
ResponderEliminarHola poeta, vuelvo de una tierra muy querida para ti; hemos pasado el fin de semana en Asturias, así que regreso con la mirada verde. Gracias por tus palabras; el territorio de la poesía es siempre hospitalario con los fantasmas, esos otros vivos que comparten disidencias e incertidumbres con nosotros. Un fuerte abrazo
EliminarEstupendo relato. Me encanta la certeza de un próximo encuentro.
ResponderEliminarUn abrazo
También a mi me gustó tu microrrelato; tenía un final maravilloso. Ahí seguimos, haciendo de cada palabra una continua búsqueda. Gracias por tu cercanía. Feliz domingo.
EliminarQuizá la inquietud en sus ojos revelaba, a su vez, sorpresa: la de volver a verte, en esa estación, tan desconcertado y tan muerto.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Seguro que sí, querido poeta. Los gestos son el vocabulario de la epidermis y tiene la misma expresividad que las palabras. Un fuerte abrazo y a ver si nos vemos esta tarde.
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