Clima de riesgo Manuel Neila Renacimiento, Sevilla, 2015 |
LA VIDA BREVE
En los últimos años, la escritura de Manuel Neila (Hervás, Cáceres, 1950) ha sido muy fecunda y diversa, “ un continuo pasear por la ciudad del lenguaje”
hasta desmentir ese molde gastado de
escritor secreto y cauteloso que pregonaban las solapas de sus libros. Cultiva facetas como el ensayo breve, los aforismos, la traducción,
el articulismo crítico y la poesía de la que encontramos una representativa selección en la antología El camino original, prologada por Luis Alberto de Cuenca. Su mano también ha impulsado varias
ediciones críticas sobre todo de autores franceses y es el
director literario de la colección de aforismos “A la mínima”, en la editorial
Renacimiento.
Su nueva aportación Clima de riesgo
compila breves anotaciones escritas con un enfoque meditativo. El
protagonista verbal da cuerpo a una “conciencia vigilante” que hace del
acontecer un cúmulo de sensaciones, pensamientos y afanes. Son los estados de
una personalidad zarandeada por las marejadas
sociales; la identidad concreta del personaje está definida por un tiempo
histórico que modifica o regula su fondo de convicciones.
La disposición fragmentaria del material compilado no tiene fechas
aclaratorias (más allá del aserto general de 2012 que abre el volumen) aunque
tiene amplias afinidades con el fluir orgánico del diario. En él se suceden
opiniones personales y juicios críticos de urgencia que germinan apenas concluye
la lectura, junto al legado
de impresiones que proporcionan los viajes y el pesimismo tácito de los titulares de prensa.
En suma, un dietario que invita al pacto autobiográfico del yo frente al
espejo de los días, cuyo afán más representativo y practicable es el diálogo callado de la biblioteca.
Vivir es eso: literatura; un itinerario habitual que tiene como meta los
estantes para escuchar sugerencias y revelaciones,
porque el poder de la memoria cultural es impagable y ayuda a superar el
estado de incertidumbre de la vida breve. Pero la realidad nos convoca a diario a habitar sus aceras y a representar el papel
de peón en brega frente a un mundo cambiante, sensible y perecedero que no
pocas veces se refleja en el cristal con el ceño fruncido y desapacible. El ser
ciudadano dirime sus actos en un campus social que genera sentimientos
paradójicos, estados de ánimo discontinuos. En él perdura la “nostalgia de la
inocencia”, una sensación que conlleva la idealización del pasado y baña la
cronología del ahora de escepticismo e ilusión catatónica.
La pujanza narcisista de quien hace de lo cotidiano inacabable sustrato
argumental siempre acaba formulando una cuestión central: la razón de ser de la
práctica autobiográfica. Manuel Neila formula sus anotaciones bajo el flexo de
luz de una doble exigencia: veracidad y fabulación al crear este fragmentario monólogo del yo como sujeto
moral y estético.
Clima de riesgo sugiere la
caligrafía de una carta personal que recrea el complejo transitar del
pensamiento en su recorrido por los días. Diálogos y
confidencias de una voz limpia y nunca distante que siente empatía por los
jardines de la escritura. Palabras sueltas de un solitario que escribe: “Pensar por cuenta propia
es pensar a la intemperie, al socaire de la comunidad académica y lejos de la
comunidad civil”. Páginas para dar voz al otro, ese personaje escindido que habita
en el interior de cada uno.
me ha encantado encontrarte Es bello como trasmites lo que quieres de una manera intensa y profunda
ResponderEliminarGracias, eres muy amable y es hermoso pensar que la escritura sirve para crear puentes de complicidad y de afecto. Así que un abrazo de bienvenida y muchas gracias por tu confianza.
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