Poemas en directo
Marisol Huerta Niembro Prólogo de Álvaro Muñoz Robledano Diseño de cubierta: Juan Carlos Mestre Amargord ediciones, Madrid, 2015 |
CALIGRAFÍAS
Docente en ejercicio con firme vocación y larga experiencia profesional
y formada como escritora en los talleres creativos de Jesús Urceloy, la asturiana
Marisol Huerta Niembro ha ido sembrando pasos líricos en revistas y foros
digitales y cuenta en su bibliografía con las plaquettes Ellas y Las hojas junto al poemario Puedo
empezar así (Renacimiento, 2010), entregas en las que ya germina la
caligrafía singular de una escritura que ahora se fortalece con el XXVI Premio
de Poesía Ciudad de Cáceres, Patrimonio de la Humanidad, concedido a Poemas en directo.
La voz cordial de Álvaro Muñoz Robledano abre la puerta con el liminar “Lesa tradición”, una cálida conversación que invita a hacer de la razón del poema una
pared para no percibir las grietas de estos días grises en los que la
inquietud y el decaimiento forman el coro de un acontecer desnortado. Así
define en su introducción el aporte verbal de Marisol Huerta Niembro: “Cada uno
de estos textos es pregunta y protesta: por qué las palabras significan, y por
qué su significado es el bastón de mando retorcido entre las manos del
poderoso. El dolor, el erotismo, el amor, la indignación, son el presente de
este libro; son perseguidor y perseguido. Son la cadencia más cercana a la
música que he musitado en mucho tiempo”.
Como un mensaje oral que nos convierte en confidentes, el aserto “Poemas
en directo” refuerza el son intimista y conversacional del lenguaje. La
autora llena sus labios de vocablos que
definen la piel diaria de lo cotidiano, aunque su incansable fluir no
proporcione brújulas ni mapas salvadores.
Prevalece la sensación de intemperie que obliga a cada identidad a buscar
un refugio, ese camino interior en el que regresamos hacia las últimas
preguntas, cuando los ojos del estar se van llenando de contingencias. Son las
conocidas sensaciones de lo transitorio, que parecen discurrir ajenas a nuestra
voluntad anque humedezcan el ahora con su lluvia de efectos secundarios. Nos
queda la palabra, ese verso gastado que busca explicaciones con el tono
didáctico de quien tiene una tiza entre los dedos: “Pueden hacerse piedras las
palabras / y dejarnos pasar al otro lado, / atravesar el río, -que es lo que
importa- cuando leemos. / Son piedras las palabras, cruzan el río, / llegan al
otro margen, -que es lo que importa- / y nos sirven de apoyo para que cada uno
/ encuentre lo que busca “.
El entorno y sus bifurcaciones dan pie a brotes argumentales que crean
una notable connivencia con el lector;
al cabo, las ventanas dejan sitio a secuencias vivenciales
capturadas al vuelo o a reflexiones sobre la marea urbana de lo laborable.
Cercano y tangible, el sujeto verbal de Marisol Huerta Niembro comparte bienes
gananciales con el yo biográfico, se mira en sus espejos y gesticula con el
mismo ceño ante las asimetrías de la realidad. Pero siempre cultiva el
propósito ingenuo de regar la esperanza, de hacer de su voz un eco solidario
para que el reloj siga su curso y marque puntual un alba con
sonrisa.
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