Algo que perder Elías Moro Ediciones de la Isla de Siltolá, Aforismos Sevilla, 2015 |
ALGO QUE PERDER
El carácter polifacético de Elías Moro (Madrid, 1959) ha firmado en
poesía las entregas Contrabando, Casi humanos (Bestiario), y La tabla del 3; en prosa su quehacer abarca las salidas Óbitos súbitos,
Me acuerdo, El juego de la taba – del que toma el nombre su blog literario -, 99 morerías y Manga por hombro. De esta trayectoria emanan algunos
caracteres que encuentran sitio en la argumentación de la muestra aforística Algo que perder de la que Miguel Ángel Lama firma en contraportada esta pincelada crítica:
“Brevedad y agudeza. Concisión e incisión, de superficie y de hondura. De
pensamiento.”
Soy de los que piensan que el aforismo camina más cómodo con el paso
sereno de la madurez. Y estos breves de Elías Moro refrendan tal opinión porque
entremezclan, sin fruncir el ceño, obsesiones, ideas, experiencias vitales y
pensamientos estéticos sin la solemnidad del dogma y con los registros siempre
veniales de la ironía, el escepticismo y la camaradería solidaria de las confidencias.
Así que no hay mejor papel para el yo pensante que salir al día a “mirar las
cosas serenamente, como con las manos en los bolsillos (según atina a escribir
Tomás Sánchez Santiago) y los pies encima de la mesa”, una forma de estar que
no admite intrusos, solo admite una conciencia que firmó con el
tiempo la tregua frágil de la incertidumbre y soporta, con estoicismo, sus
efectos inmediatos.
La identidad del yo es una página en construcción que suma pretérico y
ahora, las ramificaciones convivenciales que alargan recuerdos y especulaciones
de causas y efectos. Sabe que “El destino, a fin de cuentas, y si lo piensas
fríamente no es más que una terca sucesión de azares y coincidencias”. Y en
esta definición de la propia sensibilidad va dejando su siembra de palabras y
su registro de valores de uso.
En la cartografía de Algo que
perder abundan los rincones temáticos. Con frecuencia, vemos al escritor en
zapatillas, espiando en sus folios en blanco la lluvia oblicua del ideario: “Un
buen poema es casi siempre, también un buen consuelo”, “Escribir: en muchas
ocasiones, nada más que una gimnasia para los dedos”, “Frases que necesitan una
mano de chapa y pintura”. Al cabo, el aforismo amplía a cada rato su terraza de
intereses y proporciona complejos nudos temáticos a desanudar por el
pensamiento. Las palabras cierran circunvoluciones de dudas y respuestas sobre
el yo: “Lo amable, lo leve, lo simple: humildes granitos de arena que sustentan
como pueden la roca inestable que somos”, y sobre un entorno fragmentario y
mudable que camina por inercia hacia cualquier horizonte: “Para una vida plena,
lo real no es suficiente”.
La realidad es demasiado perezosa para cumplir los sueños, lo que hace
de la existencia un campo abonado para las paradojas. Los aforismos que Elías
Moro compila en Algo que perder buscan
sentido en el vacío, son condescendientes con los trazos contradictorios que
guardan los espejos y hacen de las palabras un refugio cordial para que el
pensamiento duerma bajo techo.
Lo tengo apuntadísimo José Luis. Los aforismos es un género que me resulta tan interesante como placentero en su lectura. Además esta editorial me encanta, así que me haré con algunos títulos más que me apetecen mucho.
ResponderEliminarGracias, como siempre, por la recomendación y la reseña.
Saludos!! (hoy más frescos desde Oviedo, 20 grados!)
Sandra.
Como sabes, la Isla de Siltolá ha abierto una colección completa de aforismos y te recuerdo que también se dedican al género colecciones de Renacimiento y Los cuadernos del Vigía. Pero no hay que empacharse. Poco a poco; el aforismo debe leerse con tiempo. Un fuerte abrazo.
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