Hoy dedico la entrada a Javier Cabañero, cuyas fotografías han acompañado muchas veces mis textos. En una ciudad como Madrid, llena de atardeceres con prisa, Javier es siempre generoso con su tiempo. Así que no encuentro más palabras que este haiku para dar las gracias al doctor Cabañero. Un placer tu compañía siempre, Javier.
Gracias a ti por este itinerario común hecho de palabras y sueños. La poesía es un puente que cruzan a diario la complicidad y los afectos. Gracias por tus palabras.
Cada tarde veo un atardecer parecido desde mi departamento en piso 16. Cada atardecer es un panorama parecido... pero distinto, como los seres humanos. Saludos cordiales desde Santiago, Chile.
Saludos cordiales, Paty, creo que la zona urbana de las distintas ciudades es muy similar, así que dejan en la retina atardecidas intercambiables. Solo cambian los protagonistas urbanos, esas sombras que se mueven en el laberinto de lo cotidiano. Un fuerte abrazo y muchas gracias por tu cercanía.
Hoy dedico la entrada a Javier Cabañero, cuyas fotografías han acompañado muchas veces mis textos. En una ciudad como Madrid, llena de atardeceres con prisa, Javier es siempre generoso con su tiempo. Así que no encuentro más palabras que este haiku para dar las gracias al doctor Cabañero. Un placer tu compañía siempre, Javier.
ResponderEliminarGracias por tu comentario y por tomarte el tiempo de pasar a mi blog. Un abrazo con mucho cariño.
ResponderEliminarGracias a ti por este itinerario común hecho de palabras y sueños. La poesía es un puente que cruzan a diario la complicidad y los afectos. Gracias por tus palabras.
EliminarCada tarde veo un atardecer parecido desde mi departamento en piso 16. Cada atardecer es un panorama parecido... pero distinto, como los seres humanos. Saludos cordiales desde Santiago, Chile.
ResponderEliminarSaludos cordiales, Paty, creo que la zona urbana de las distintas ciudades es muy similar, así que dejan en la retina atardecidas intercambiables. Solo cambian los protagonistas urbanos, esas sombras que se mueven en el laberinto de lo cotidiano. Un fuerte abrazo y muchas gracias por tu cercanía.
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