En la mesa de trabajo |
OBJETOS
Están hechos de reiteración y cercanía,
de un esplendor sencillo, de una nimia ternura.
Nos son imprescindibles al paso de los años.
Permanecen morosos, perennes, vegetales.
Diseñan una decoración reparadora
que en cada sitio ofrece serviciales regazos.
No discuten razones, fracasos, esperanzas.
Compartimos con ellos esas gotas de júbilo
que dan a lo vivido momentos memorables.
Dialogan con palabras de sonidos armónicos,
suenan a persuasivas, a dulces cantinelas.
Sus materiales unen pretérito y presente;
saltan hacia adelante, más allá de los riesgos,
como fuertes cornisas que soportan los brazos.
Si alguna vez nos faltan, sentimos la impostura
de ese desconocido que vive por nosotros.
(De Mapa de ruta)
Y además nos sobrevivirán. Los lápices, las sillas, los cuadros..., incluso los zapatos, los calcetines y el batín nos sobrevivirán.
ResponderEliminarSí, pero esa es una cuestión menor; la condición del yo es transitoria. Y también está bien descansar tranquilo en algún sitio...
ResponderEliminarQuerido poeta, cómo disfruto estos poemas tuyos donde tan bien me veo: alejandrinos perfectos en los que, en alguna ocasión, se ha obviado la cesura entre los versos 7 y 8 sin que por ello se resienta la precisa cadencia del poema. En cuanto al fondo, otra vez con el punto de mira afinado y la flecha en el centro mismo de la diana. Para leer y releer.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Pocos contemporáneos tienen un taller métrico abierto tan preciso y sabio como el tuyo. Admiro tu pericia constructiva; esa sensación de poner en los versos simetrías... Gracias por tus palabras. Sé que estás, pero me encanta "oírte" en este tiempo de silencio. Un gran abrazo.
EliminarHas retratado tu alma en ellos y muy bien por cierto.
ResponderEliminarNo sé si estás de acuerdo, Tracy, pero la casa es un planeta a la medida en donde cada cosa tiene sitio asignado. En ese azar la rutina se llena de luz. Sin ellas, siempre me siento extraño. Un fuerte abrazo.
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