Ficciones para una autobiografía
Ángeles Mora
Bartleby Editores
Madrid, 2015
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LA VERDAD DEL POEMA
La
concesión del Premio de la Crítica en 2016 a Ángeles Mora por su libro Ficciones
para una autobiografía perfila con nitidez los trazos de un legado poético
que arranca en 1982 y que está compilado en volúmenes como ¿Las mujeres son mágicas?, con prólogo
de Miguel Ángel García, y Antología poética, selección editada por Luis
Muñoz. A ellas se incorpora en 2008 la entrega
Bajo la alfombra.
En
este periodo creador de la poeta de Rute, afincada en Granada desde su
formación universitaria, hay una explícita apuesta por el intimismo
confesional, una poesía a media voz que crea musculatura al yo verbal para
marcar un trayecto existencial que encuentra su verdad en el poema. Otra vez
renace esa fértil discusión crítica que indaga la trama convivencial entre
sujeto real y entidad literaria, un
debate que marcó sendas de lucidez en las décadas del cierre de siglo,
cuando fue etiqueta vertebradora la denominada “poesía de la experiencia”
La
cita de arranque que Ángeles Mora elige para su poemario establece un punto de
partida, como si dejara al lector en una convención establecida. Pertenece a
Philippe Lejeune: “Toda autobiografía implica un pacto con el lector”. Por
tanto, no interesa tanto el cauce secuencial del pasado repleto de
contingencias sino la reconstrucción de una etapa en la que la conciencia de
ser recupera una identidad con caligrafía objetiva. El pasado
regresa al ahora para dar voz a un tiempo cambiante que se ha preservado dentro
del yo.
Es
el hilo roto de la vida en curso y solo permite una lectura fragmentaria en los
rincones de la memoria. Esa lectura está repleta de indeterminación y niebla,
como si la percepción sensorial tuviese que aportar una dimensión nueva, entre
la realidad y el espacio onírico. Así se vislumbra en el poema “¿Quién anda
aquí?”: “¿Quién anda aquí? /¿Quién va y viene sin ruido entre mis cosas, /
penetra con sigilo / de noche en mis
papeles / usurpando sus notas? / ¿Quién vierte la tinta / que me roba el
sueño?” En
el tranquilo devenir de las horas, la rutina difunde su extravío. Expande sus
quehaceres, salpica de sedentaria quietud y deja una apariencia gastada sobre
lo cotidiano donde resulta difícil reencontrarse. Los caminos de regreso están
dentro y hay que saber preservar los destellos que convierten los latidos
diarios en ejercicios de plenitud y belleza: “Regando el corazón / que se te ofrece / puedes ser más feliz /
que si lo arrancas. / Busca dentro de ti / las luces que más arden “.
En
el quehacer de Ángeles Mora se hace preocupación recurrente el rol femenino y
sus arquetipos, como sucede en magisterios cercanos a la autora como Wislawa
Szymborska. Ese estar tradicional del ama de casa abocada a representar un
papel secundario en el cuarto oscuro de la soledad altera el ánimo del verso y
exige abrir ventanas. Hay que buscar lugares al sol, rincones habitables sin
príncipes azules ni engañosas migajas de una realidad que desenfoca la dignidad
de lo femenino.
La poesía de Ficciones para una autobiografía respira el aire
libre de lo necesario; sirve para percibir el fulgor emotivo que habita en las
encrucijadas del tiempo. Allí permanecen los signos más precisos de la propia
imagen, sin límites ni gradaciones, convirtiendo el poema en una búsqueda
que dota de sentido cada amanecida., aunque el yo que perdura nunca sea el
mismo.
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