Azules (Florida, USA, 2015) |
ELOGIO DEL HAIKU
Debo mis primeras lecturas de
haikus al poeta lucentino Manuel Lara Cantizani. Con él aprendí a caminar por
esta forma poética de aparente sencillez y severa pauta métrica, cuyo origen se
remonta hacia el siglo XVI, aunque es previsible que existieran precedentes en
el cauce oral de la literatura japonesa. Con Fernando Rodríguez Izquierdo, el
estudioso más perseverante, fui sondeando la contingencia temporal de la
estrofa y su evolución en las voces mayores del haiku, Matsuo Bashoo, Yosa Busson
e Issa Kobayhashi. Otro poeta, Josep Maria Rodríguez me escribió una afectuosa
misiva para pedirme algunos haikus de mi autoría para una antología de
contemporáneos; no pude corresponder a su empeño por falta de material en aquel momento, pero su petición soliviantó mi taller de escritura y un par de años después el editor Francisco Peralto, en su imprenta malagueña,
me dejó entre las manos el cuaderno Nubes, una sencilla compilación de haikus.
El blog ha reanimado mi práctica del
esquema versal, mientras voy acumulando lecturas clásicas y de
contemporáneos, estudios ensayísticos y antologías actuales, pues de todos es conocida
la copiosa colección de haikus escrita por las últimas hornadas.
Mi inclinación afectiva hacia
esta forma lírica se cimenta en la brevedad que asegura una intensidad gozosa,
en la pupila abierta para cobijar argumentos más allá de su supuesta
condición de lírica estacional. Me gusta también la carencia de artificio retórico y la
condición de chispazo inmediato.
Así que es previsible que estas
líneas que elogian la estrofa no sean más que un síntoma temprano de otra leve cosecha de haikus. Esperemos.
En cualquier geografia las nubes escriben con la caligrafía del haiku. Rescato, por ello, esta imagen del cielo de Florida de hace unos meses. Fue un viaje familiar lleno de magia porque nos permitió compartir los días vacacionales en un ámbito abierto al asombro, repletos de sitios por descubrir. Volveremos, seguro, aunque sea para escribir algún haiku nuevo.
ResponderEliminarA la espera de la cosecha, disfruto del elogio, digno de idem.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
A la espera, querido Antonio, aunque ya sabes que en la escritura no existen horarios puntuales sino rachas de viento que vienen y van a su antojo. Un abrazo grande y siempre una alegría tu presencia.
EliminarLos mejores haikus son sinestésicos. Hay uno emblemático de Susana Benet:
ResponderEliminarTrénzame el pelo:
que sienta los tirones
de tu cariño.
Susana Benet, entrañable amiga, es una especialista en el empleo de la estrofa, suelo viajar con frecuencia a su blog para empaparme de su mirada lírica. Así que estoy completamente de acuerdo. La autora de "la enredadera" es una maestra. Abrazos.
EliminarÉste de Susana Benet siempre me impresiona:
ResponderEliminarUn niño juega
a enterrar a su padre.
Día de playa.
El haiku usa una estructura aparentemente sencilla, y esa es su trampa. Es muy difícil decir mucho en tan poco.
Un abrazo.
Comparto contigo que la humildad del haiku es una búsqueda, un intenso aprendizaje para optimizar recursos. El de Susana, como tantos de su obra, está lleno de acierto. Un fuerte abrazo.
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