Azul nocturno Rubén Martín Díaz La Isla de Siltolá, Nouvelle Sevilla, 2016 |
CONTRASTES
Aunque el quehacer literario de Rubén Martín Díaz (Albacete, 1980) se
fundamenta en la poesía, con reconocidas estaciones como El minuto interior, El
mirador de piedra, Arquitectura o
sueño y Fracturas, no se
desvincula de la exploración de nuevas formas expresivas como el cuento breve.
Tras dar a imprenta su poemario Fracturas
amanece en La Isla de Siltolá su primera compilación de relatos, titulada Azul nocturno. El volumen contiene doce
cuentos con una nota final que clarifica que los textos no son una mutación
circunstancial de su escritura sino una consciente indagación complementaria a
su percepción lírica.
El inicio de esta muestra en prosa integra los argumentos en el
territorio intimista de lo cotidiano. En primera persona, una identidad
reconocible traza una crónica detallada de su deambular existencial. El ahora
es visto bajo la claridad de una luz templada y asumir sus contingencias es
abrir la puerta a los demás, alentar una espera que genera otros recorridos. El
pensamiento esclarece los pasos vitales y, mientras aguarda en el callado
refugio de la casa, va recuperando de los estantes del pasado algunos recuerdos
personales que ahora parecen materia gastada en las manos del acontecer. En
el mismo relato otra voz –ella- deja su
evocación en paralelo, como si construir los paneles del tiempo requiriese yuxtaponer enfoques, hacer del recuerdo un afán sostenido para buscar el
espacio común del nosotros; ese lugar que permite el ajuste de cuentas con la
decepción.
En el devenir laborable siempre encuentra sitio lo banal, esas gotas de
un grifo mal cerrado que percuten en el silencio; la vida va fijando sus
contornos a partir de mínimos detalles que se van convirtiendo en argumentos.
En esa búsqueda del tiempo perdido se despliegan otros relatos en los que cobra
vida lo insignificante, todo aquello que tiende a pasar desapercibido.
El buen libro de cuentos dispone secuencias autónomas
que van gestando un azaroso discurrir ,empeñado en mantener en suspenso la
atención del lector. De este modo, los sustratos argumentales propician la
variedad. Un verano laboral en la costa catalana bajo la difusa sombra de Dalí
da pie a un relato estival que recupera el insólito afán vanguardista del
pintor frente a lo previsible. Otro relato recrea el entorno cultural de
Antonio Machado en Segovia, ese mundo compartido con Guiomar en el humilde
estar de la labor diaria, que hacía del poema palabra en el tiempo. Recordar a
Machado desde otra memoria es dar voz a una luz humilde e inolvidable que
remueve a su alrededor algunas sombras.
Otra presencia real convertida en
personaje en estos cuentos en Enrique Vila Matas. El novelista comparte sitio
en el cuento “La joven del café de
Flore” que es, sobre todo, una evocación gozosa de Paris, arquetipo de la
ciudad literaria, y una apropiación de identidades desde la lectura, que
mantiene una cercanía romántica e intimista con la imaginación.
Los relatos de Rubén Martín Díaz tienen la piel porosa del buen
observador, de quien busca conocer en profundidad lo que oculta la homologada quietud
de lo cercano. En ellos encuentra sitio una tupida red de estímulos emotivos y
esos espacios que comparten onirismo y realidad,. Sus hilos argumentales tratan de vislumbrar las voces sosegadas que responden a los
interrogantes que plantea la difuminada percepción del presente, un tiempo hecho con
el trazo volátil de los sueños.
Quizás lo lea, me ha atraído tu forma de presentarlo.
ResponderEliminarMe agobia tanto el montón de libros que tengo en espera... que ha llegado a preocuparme,lo que si te digo es que si algún día publicara algo, que lo dudo,recurriría a ti para que hablaras sobre él, aunque no lo cond¡siguiera.
Hola Tracy, la lectura es una conversación en voz baja, no una tarea impuesta, así que no tengas ninguna sensación de asuntos pendientes. Tómate el tiempo que necesites y abre el libro que te dicten tus manos y tu voluntad... Lo mío es el trabajo de un crítico que busca a diario en los estantes un poco de vida... Sé que hay muchos libros por leer, y solo queda disculparme por crearte demasiadas obligaciones, por robarte tanto tiempo. Un fuerte abrazo.
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