Los refugios que olvidamos Jesús Cárdenas Anantes Gestoría Cultural Sevilla, 2016 |
HUELLAS
A punto de cerrar el año
literario, regreso a la poesía Jesús Cárdenas (Alcalá de Guadaíra, Sevilla,
1973), Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla, docente
en ejercicio, colaborador habitual en distintas publicaciones literarias y
autor de un horizonte creador que arranca en 2005 con la entrega Algunos arraigos me vienen y cuya salida
más reciente es Sucesión de lunas,
una compilación de poemas amanecida en 2015.
Conviene recordar algunos
aspectos esenciales del discurso lírico de Cárdenas. Para el poeta el lector es
siempre un interlocutor, por tanto recorta sus temas con
nitidez, con una expresión que moviliza sensaciones y sentimientos. El verso cartografía paisajes
interiores que habitan la memoria y exponen el fondo de ideas de una
sensibilidad que adquiere sentido mientras vislumbra meandros
existenciales, en los que casi nunca se hacen sólidas certezas irrefutables.
Los refugios que olvidamos integra cuatro apartados que mantienen
una similar atmósfera elegíaca. El primero, “La humedad” describe la aspiración del sujeto verbal al
encuentro con su identidad. Quien mira es dueño de un patrimonio onírico y hace
del sueño un bien firme y cálido, un aliento que impulsa a salir a la
amanecida. Fuera, la realidad muestra su desgaste; en ella se percibe la
condición mudable de cada existencia, ese afán de belleza que rompe el
discurrir y del que apenas queda una mínima estela. Percibir supone adentrarse
en las sombras, mirar la orografía del dolor, recorrer encrucijadas de
contraluces, sentir el tacto de la soledad. Así lo constata el poema “Belleza
breve”: “El pasado velado por la nieve tupida / un señuelo del tiempo, gélida
la soledad / y desnuda como la rama; / la mancha del invierno dañando la
memoria “. En el estar de incertidumbre el puente hacia el amor se convierte
en paso firme y hace de la otredad el único refugio, una luz cercana que
convierte el tiempo en un territorio habitable que preserva los signos, que
salvaguarda mirada y tacto.
La imagen de fugacidad de
la existencia tiene una atinada expresión en las hojas secas, en ese reposo
amarillo que se mueve en las manos del viento, desgajado de la solidez de las ramas,
como si solo fuese retiro y caducidad. Esa visión sirve de
contrapunto al amor y a su capacidad de reinventarse y de protagonizar un nuevo
ciclo de vida Los días de su aurora se van haciendo lejanía y olvido hasta que
una nueva epifanía conmueve el epitelio y lo sacude, como si la existencia solo
alcanzase su plenitud en otra identidad y en otra entrega. Pero las cicatrices
permanecen detrás. Son un sustrato manso de ceniza que recuerda en la claridad
crepuscular esa sensación de renuncia y derrota. De ese espejo da testimonio
firme la palabra: “En el filo del verbo tornadizo / un rastro de cascotes
agoniza / por donde la imagen concertada / se apodera de todo. Imposible /
habitar, por igual, el desconcierto, justa desesperanza y la cautela / de
nuestros pasos sin un grito ronco “
El poema se convierte en reflejo de lo real, mira debajo de su dermis y
percibe si ilusiones y sueños perduran intactos, puestos a resguardo en los
refugios que crea el corazón, o fueron borrándose, como quien juega todo a
fondo perdido y solo queda la noche, la constatación de un engaño que
convierte la vida en un fin de etapa, en el tecleo de una lluvia cansada.
Bonita y literaria reseña de un poemario intenso donde la sencillez del verso hace brillar la profundidad de su intención. Igual que la propia reseña.
ResponderEliminarMorante y Cárdenas: ¡Enhorabuena!
Muy agradecido por tu lectura, al cabo la crítica no es más que una propuesta de un itinerario por descubrir. Un abrazo y que disfrutes del libro.
EliminarMuy acertada e interesante reseña de Los Refugios Que Olvidamos.
ResponderEliminarJesús Cárdenas ahonda en su voz poética que nos enseña todos los matices del alma humana que corre hacia sí misma.
Es importante poder contar con reseñas como ésta para poder disfrutar en toda su dimensión de un poemario como el citado.
Enhorabuena por el libro al autor y enhorabuena a José Luis Morante por su crítica.
Muchas gracias, querido amigo, cada lector traza su propio itinerario para adentrarse en la poesía, pero nunca viene mal una senda abierta, un recorrido anterior. El libro de Jesús Cárdenas propone un diálogo de luz con los sentimientos y hay que oír su voz. Feliz jornada.
EliminarHe leído el libro de Jesús antes que tu reseña, José Luis. Has sabido mirar bajo la piel sus los poemas. Tuve el placer de asistir a su presentación en Sevilla y leer el poema Los mendigos y la trampa. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarme alegra que nos una también la empatía hacia el mundo poético de Jesús cárdenas. Un fuerte abrazo y ya me contarás si mi lectura coincide con tu mirada. Un gran abrazo hasta Sevilla.
EliminarUna gran aproximación, amigo.
ResponderEliminarQué hermoso es percibir tu calidez a cada instante, María José, así que aquí sigo con la felicidad de la lluvia en el cristal y con un nuevo libro entre las manos. Que tengas una excelente jornada.
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