Concurso Nacional de poesía joven Rafael Cadenas
2016
Prólogo de Yolanda Pantin
Team Poetero, Autores Venezolanos
Caracas, Venezuela, 2016 |
POETAS EN EL DESCAMPADO
El desajuste político de Venezuela y la
angustiosa situación económica han dejado casi en la sombra el vitalismo
cultural del presente o las bifurcaciones literarias de las promociones
emergentes. Iniciativas como el I Premio Nacional de Poesía joven Rafael
Cadenas permiten percibir un mosaico colorista; estilos y tendencias que pugnan
por definirse. Su edición dibuja los ángulos del entrelazado lírico actual y
los nexos entre tradición y modernidad a partir de la muestra de veintisiete participantes, escogida
entre los casi seiscientos textos que optaban al premio, junto a las poesías del
trío ganador.
La presentación de Yolanda Pantin, jurado en las valoraciones de la convocatoria, concede una
perspectiva cultural humanística a esta antología parcial impulsada por el
colectivo Team Poetero; la verdadera
poesía siempre tiene la fuerza persuasiva de un litoral frente a las tormentas: “No hay papel, no hay
dinero, no hay nada, pero hay mucho que pensar y que decir”.
Fruto de esta interpretación de la escritura
como diálogo con los elementos de la realidad y de homenaje al magisterio de Rafael
Cadenas, es un conjunto diverso, un volumen heterogéneo que descubre la red
plural de la poética venezolana a partir de sus últimas filas, con novedosas
formas expresivas y motivaciones profundas.
Las creaciones líricas arrancan con las tres
composiciones ganadoras. La primera, escrita por Willy Mckey se titula “Canto
14” y es un poema largo fragmentado en cuatro cuerpos cuyo argumento se inspira
en la filosa punta de la realidad. Horada la carne del poema la tragedia de
Amuay, aquel infierno que causó la explosión de la refinería de Amuay el 25 de
agosto de 2012 y cuyas causas siguen siendo un opaco misterio. La palabra desvela
las secretas relaciones del dolor colectivo y evoca el cielo angustioso del
sinsentido, ese fatum que discurre
por secretas galerías. Quedan espirales de quejas y dolor; la precaria
inmersión del pensamiento para encontrar en la umbría la efímera verdad.
La composición “Angustia”, texto de José
Soledad, logró el segundo premio. Vehemente y aleatorio en su discurrir, el poema
despliega un largo soliloquio en un escenario nocturnal. El entorno es colapso
y laberinto, un caos que obtura salidas a la esperanza y se convierte en
lectura de la precariedad más absoluta; existir no es más que dar latido a la
condición de náufrago.
El último poema premiado es “Sueños de papel”. Los versos de Luis Barraza
Q. hablan de lo cotidiano como hábito de la incertidumbre. Lo hacen con voz
directa y comunicativa, como si fuese un testimonio del sujeto verbal que sale
al día para dejar testimonio de su tedio y de su grisura existencial. La
disposición formal del poema recurre a grandes cesuras visuales para acentuar
la ruptura y el sinsentido, esa respiración cansada del tiempo que simula al
desplazarse la arrumbada mole de un viejo paquidermo.
Dada la procedencia dispar de las
composiciones recogidas y los enfoques que muestran los inéditos, está vedado
en el libro cualquier enfoque sistemático; los caracteres muestran un paisaje
plural. Las secuencias verbales dejan tramos claros y sendas sombrías que deben
concretar todavía sus lindes expresivas. Aún así, sobrevuela en esta amanecida
colectiva del verso un rumor común: las manos incapaces de la realidad para dar
cumplimiento a sueños y esperanzas, la fuerza de una verdad terca y abrumadora que
hace de la poesía expresión natural de la intemperie. Las palabras son
testimonio del drama vital; muestran su vocación de vida, su lugar en el mundo
también en el frío perdurable de los descampados.
Muchas gracias por esta nota. Encontrar aquì un pedazo de mi paìs es una gran alegrìa, màs si es de su poesìa.
ResponderEliminarAbrazo agradecido,