Eduardo Mendoza Fofografía de Eldiario.es Alcalá de Henares, abril de 2017 |
LA SONRISA DE EDUARDO MENDOZA
Me gustó la sonrisa de Eduardo
Mendoza (Barcelona, 1943) en la entrega del Premio Cervantes. Era un gesto de
humilde sosiego, el dibujo de un estar perplejo de quien no sabe si lo que
sucede alrededor es una sombra platónica o la secuencia de alguna película
neorrealista, proyectada en el patio universitario de Alcalá de Henares. Disfruté también con el discurso de recepción, esos papeles que
dan razón a Shakespeare, si lo demás es silencio “Sólo es válida la palabra
pronunciada”.
Pero la humildad de quien no es
sino un reincidente en el género humorístico se equivoca esta vez. Es un
reconocimiento merecido. Hace justicia a un trayecto creador lleno de hitos
desde su debut literario en 1975, con la novela La verdad sobre el caso Savolta. Aquel libro, que obtuvo el
Premio de la Crítica, trazó un imborrable retrato de Barcelona. Era un marco convulsionado
por los conflictos sociales de 1917 y por los contrastes de una sociedad
jerarquizada y repleta de personajes caricaturescos. Aquella primera ficción se
abría con una cita del Quijote, así que parecía obligatoria la referencia a su
perenne relación lectora con la obra cervantina. Fue el cuerpo central de su
discurso. Su enfoque planteó un
itinerario por la memoria más que una caracterización crítica sobre la novela
de caballería.
En el aire quedaron la conformidad
con el humor de Cervantes, el brumoso infortunio de las Humanidades en el
tiempo digital y su parentesco con las habituales derrotas de Don
Quijote y con su sabiduría existencial. También la certeza de que vivimos un
tiempo incierto de confusión que hay que denunciar sin alarmismos ni pesimismos
nocivos y con una advertencia a la egolatría desatada de los escritores que
sitúan el Ecuador en sus ombligos: “La vanidad es una forma de llegar a necio
dando un rodeo”
Después, el escritor recogió el premio,
repartió abrazos, soportó con mérito las languideces del sentimentalismo y salió
a la calle para celebrar el Día del Libro y seguir siendo el que siempre ha sido: “Eduardo Mendoza, de
profesión sus labores”.
Oportuna reflexión en torno a un Escritor que lleva su tarea sin "numeritos innecesarios" ni tareas ajenas a la propia labor de escritura. Gracias, José Luis, por dejarlo aquí plasmado.
ResponderEliminarY por hacer del humor un desinfectante contra el pesimismo, querido Antonio; me gustó su sencillez en el patio solemne de Alcalá de Henares. Y es bueno que todos leamos su pensamiento expuesto al recibir el premio. Un abrazo grande.
EliminarEnhorabuena a EM por el Premio. Efectivamente, inspira simpatía y ternura. Yo he leído de él sólo Riña de Gatos, sé que le debo más lecturas.
ResponderEliminarUn abrazo, José Luis. Bonito homenaje el tuyo.
Tampoco yo he leído todos los libros de Eduardo Mendoza, así que no hay que preocuparse por ello sino acometer esa tarea en el futuro. Un abrazo Myriam y a ver si alguna vez coincidimos en ese espacio grande de cualquier ciudad. Fuerte abrazo.
EliminarHemos coincidido de pleno en la entrada de hoy, en el homenaje merecido a Eduardo Mendoza, ¡qué curioso!incluso coincidimos en hablar de su sonrisa entre otras cosas.
ResponderEliminarEs un orgullo que esta humilde bloguera haya coincidido con este gran crítico literario.
Son patentes nuestras afinidades, querida Tracy, mi blog es un poco tuyo porque eres una de las lectoras más emotivas y sin tu ánimo pocas veces habría conseguido esa voluntad de seguir trabajando a diario en estos puentes de papel. Eduardo Mendoza es un patrimonio común de nuestra cultura y reivindicar su sonrisa es casi una obligación. Abrazos grandes, como tú.
EliminarBello homenaje. Felicidades, para ambos.
ResponderEliminarOjalá llegue hasta las calles de tu país la sonrisa firme de Eduardo mendoza, su estar humilde en la certeza. Un fuerte abrazo y feliz día del libro, Gabriela.
ResponderEliminarAgradecida.
ResponderEliminar¡Feliz día, José Luis!
Feliz día, Gabriela, ya casi en el umbral de la jornada y con la sensación de que ha sido una fecha celebratoria y sosegada. espero que allí también. besos.
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