domingo, 28 de mayo de 2017

JAVIER SÁNCHEZ MENÉNDEZ. AFORISMOS

Artilugios
Javier Sánchez Menéndez
Takara Ediciones
Sevilla, 2017
AUTORRETRATO FRAGMENTADO

   La escritura de Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, Cádiz, 1964) agrupa un corpus variado y complejo, aunque en su transcurrir la poesía se define como cauce central. En 2017 el escritor añade a esta suma de géneros otra faceta formal, el aforismo, con dos trabajos simultáneos: Artilugios, obra impulsada por el recién amanecido catálogo de Takara, y La alegría de lo imperfecto, aparecido en Trea, una de las estaciones aforísticas más consolidadas.
   En el punto de intersección entre filosofía y literatura, el aforismo crece como un prisma en el que se conjuga lo diverso. Así lo constata el legado de la tradición en castellano al analizar la obra de Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, José Bergamín o Max Aub, por citar voces de recorrido obligatorio. Análoga visión comparte Javier Sánchez Menéndez al configurar sus entregas con voluntad abierta para que sean testigos del acontecer y reflejos especulares de la sensibilidad del sujeto verbal.
   El primer paso aforístico, Artilugios hace de su título un recuerdo contundente de Nicanor Parra. Los lectores conocen el sostenido trasvase textual y las afinidades con el magisterio de la antipoesía. La denominación no es sino un paso más, un trazo subrayado de coherencia en los rasgos internos del autor. En el primer apartado la reflexión se hace miscelánea; en ocasiones exponen los textos el afán metaliterario: “aforismos: ilusiones momentáneas”, “La poesía es el amor a la lectura”, “en el mundo de la interpretación el poeta es el oyente”; otra veta a sondear es la sociología que disgrega el entorno, ya sea literario, político o personal: “Si en España unes la universidad y la crítica literaria el resultado es peor que la mezcla de grasa o azúcar”, “En la sociedad actual se potencia, se valora y se vende todo aquello que no nos haga pensar”, “Lejos es el espacio más cercano al hombre”, “La incertidumbre provoca brevedad”, “Nadie toca la luz con las manos mojadas”.
   La sensibilidad que aflora en Artilugios detesta el conformismo y convierte su voz en una leve astilla crítica que punza la piel de la resignación, que hace de la ironía un efecto verbal continuado, como quien escribe un manual de instrucciones para vivir en otro planeta. El pensamiento trasmite la angustia de quien sabe que desde la razón es difícil juzgar sin cerrar los ojos.  


La alegría de lo imperfecto
Javier Sánchez Menéndez
Trea Ediciones, Colección Aforismos
Gijón, Asturias, 2017

   El aserto La alegría de lo imperfecto estaba en los textos de la primera salida aforística, “Artilugios”, que aquí se constituye como sección inicial. La circunstancia clarifica el hilo entre ambos libros, ya que las reflexiones en primera persona no son sino expresión de la identidad y de su manera de mirar alrededor, no tanto desde el sentido práctico de quien se abre paso en una realidad tangible sino en los senderos azarosos del verbo conceptual. En ella quedan claros las superficies reflexivas que agitan las ondas del pensamiento: la literatura como ocupación fundacional del yo, el sujeto individual y sus enlaces sociales y ese puñado de certezas que nos conceden claves de uso para acceder a lo diario.
   El cuerpo central del libro reactiva la pupila ética, aunque nunca de forma monolítica;  compendia frases vinculadas a la dermis social del presente e indaga en esas cicatrices que dejan en la mirada un poso de melancolía: “vivir es como naufragar, pero sin agua”, “nunca existe el mañana si no crees en el hoy”, “El precio de la libertad es la soledad”…
  El apartado de cierre, “Vanidad” supone una variable formal, ya que la frase incisiva habitual en el discurso fragmentario se sustituye por un pensamiento en torno al espacio oscuro de la egolatría, aunque persiste la dicción precisa y el esqueje irónico.
  El aforismo actual se ha hecho visible y mantiene un ajetreado peregrinaje de practicantes; su expresión paremiológica multiplica entregas, muchas de ellas triviales y anecdóticas. Las dos salidas de Javier Sánchez Menéndez, Artilugios y  La alegría de lo imperfecto permiten una adecuada valoración crítica. Ambas comparten  una mecánica similar: frente al oropel deslumbrante de los adjetivos  prefieren la palpitación serena de la frase que busca aprehender la realidad con la paciencia de un corredor de fondo. Para no perder aliento, para seguir caminando en ese círculo de incertidumbres que abre a trasmano la personal travesía vital.



  

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