El almendro florido Patricia Guzmán Kalathos Editorial Alcobendas, madrid, 2017 |
CELEBRACIÓN
Hay poetas que ocultan sus referentes literarios, como si la voz
personal naciera en el desierto y su modulación no fuese un entramado de aportes. Y poetas al sol, como Patricia Guzmán (Caracas, 1960) que abre su poemario El almendro florido con un inventario de
deudas; sus versos proponen un diálogo coral con salmos y versículos de la Biblia, Dante, Rilke, Blake, Dickinson, Hesse o Celan…La
poeta respira el aire cálido de un
jardín literario de densa floración.
Hasta el ahora, Patricia Guzmán ha entregado a imprenta siete libros de
poesía, un fértil recorrido que arranca en 1987 y que ha abierto un profundo
surco de afinidad y reconocimiento en el espacio intelectual de Venezuela, con
versiones parciales de su obra en italiano, francés e inglés.
Las breves reflexiones de Nelson Rivera miran El almendro florido con la perspectiva
de un cántico liberador. Exponen la dimensión espiritual de esta entrega compuesta
por un único poema que muestra en la amanecida el sustrato humano de un
pensamiento repleto de conexiones simbólicas. El poema proclama una dinámica
respiración de claridad, busca desasirse de lo contingente para explorar
anhelos trasterrados: ”si el mundo es desolación, también es una bóveda
celeste”.
Adentro en la espesura- como proclamara Jorge Guillén- , con el impulso
intenso de un viaje introspectivo, Patricia Guzmán elabora su voz en un poblado
silencio que adquiere el rumor de una oración. Los versos equiparan los
elementos cercanos a una grafía celebratoria que acoge la belleza y el deseo. De
esta plenitud es símbolo evidente el almendro florido. En él se conjuga la
quietud sostenida de la rama como asiento del canto de los pájaros, donde se
hace fuerte el despertar del día. Su estar invita al canto, brilla como un
reflejo que incide en las pupilas para mostrar los dones de la existencia.
Estar es percibir una naturaleza viva. De esa contemplación deviene un misticismo que
busca superar el acontecer transitorio a través de una dimensión espiritual en
la que cobra presencia la fe. Con ella la naturaleza despojada y estéril
recomienza, se puebla de brotes y esperanzas.
Lo mismo sucede con el amor cuando expande sus raíces fuera del yo para
buscarse. Esa vía de iluminación- que tanto recuerda al Cántico espiritual de Juan de la Cruz- muda la percepción de los
sentidos, es claridad y destello como si se nutriese no de materia perecedera sino de un afán de
vida que habita dentro del yo.
El cierre crítico de Rodolfo Häsler propone nuevos itinerarios de
sentido; enlaza la senda lírica de Patricia Guzmán con las voces más conocidas
de la Mistica occidental, pero recuerda que el sentido último del poema no es
una cuestión lógica sino un umbral privado que deja su misterio en cada lector.
Así que es esa clave interrogativa la que salpica su transparencia en cada uno
de los fragmentos de El almendro florido.
La poesía para ser libre debe descartar el rumbo marcado por las huellas de la
razón; es mejor abrir los ojos y mirar la mañana como quien la contempla por
primera vez vestida con la equívoca luz de los sueños cumplidos, con el color
de estreno que dibuja el asombro de ser.
Es una emoción grande leer poesía de mi tierra bajo tu mirada.
ResponderEliminar¡Gracias!
Es un placer, Gabriela; el sello Kalathos Ediciones, impulsado por David Malavé y Artemis Nader, me parece una propuesta de primera línea que deja en las estanterías españolas la fértil calidad lírica de Venezuela. Así que es un descubrimiento personal y al mismo tiempo un reflejo vivo que merece gratitud y reconocimiento. Un fuerte abrazo.
EliminarDoblemente feliz, poeta. Es un trabajo hermoso el que hacen David y Artemis y muy valioso.
EliminarVa mi abrazo agradecido de nuevo.
Un gran trabajo, sin duda, querida Gabriela, la edición es magnífica y aporta un atractivo más a la voz diáfana de Patricia Guzmán. Feliz jornada.
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