Mi vida querida Alice Munro Fotografía archivo WordPress Lumen, Barcelona, 2013 |
LA
HUMILDAD DEL RELATO.
La decisión del sanedrín
literario sueco de conceder la antorcha del Nobel 2013 a la canadiense Alice
Munro ha prodigado en los medios de comunicación de todo el mundo abundantes
informaciones biográficas. Nacida en Wingham, provincia de Ontario, en 1931,
pasó su infancia en un ambiente rural del gélido interior canadiense, con
severas dificultades económicas familiares. Tras establecerse en Vancouver
ejerce distintos oficios y a partir de 1950 va cimentando un sólido trayecto
escritural en el que el cuento se convierte en centro creador de su escritura. Pero,
como recalca la autora una y otra vez, su existencia sólo cobra sentido en la
escritura, donde no pocas veces la letra pequeña de lo autobiográfico actúa
como venero temático. Es en el cuento, un género mayor del siglo XX, donde
habita lo esencial de un sentir literario.
En Munro el cuento tiende a
describir historias sin épica, con el énfasis apagado de lo cotidiano. Así
sucede en su reciente colección de cuentos Demasiada
felicidad, cuyos trayectos accionales requieren un desarrollo temporal de media extensión para precisar las
circunvalaciones de actitudes vivenciales siempre de paso. Los cuentos abordan
instantáneas de protagonistas y secundarios empeñados en una carrera de fondo
de metas difusas. Lo contingente acecha, siembra estados de angustia capaces de
cambiar el rumbo de una voluntad que no se guía por ideas abstractas sino por
motivaciones de escasa relevancia. Y lo mismo ocurre en su última entrega Mi vida querida, donde volvemos a
percibir una estética singular en el aliento creativo de la escritora
canadiense.
Ni espacio ni tiempo precisan
datos exactos. De esa atemporalidad emerge la geografía de lo doméstico. Son espacios estrechos para
supervivientes que reiteran tareas habituales en intervalos cronológicos en los
que apenas cabe la sorpresa. Y, sin embargo, ésta reclama un espacio secreto de
la intimidad individual como si fuera materia central de un submundo hermético.
En los cuentos de Alice Munro
cobran un relieve singular los perfiles femeninos, siempre llenos de complejos
estados emocionales, en la paciente espera de lo extraordinario. Mujeres,
atentas y receptivas, crecen hacia dentro mientras muestran su cansancio ante
una realidad manipuladora y llena de cicatrices, que de cuando en cuando se
ilumina con una relación personal, con un deseo cumplido, con la calma
resolución de un conflicto sin tregua, o con el espejismo de una felicidad que
nunca dura demasiado.
Me encanta como escribe esta mujer.
ResponderEliminarGracias por traérnosla.
Excelente autora, Tracy, de las que siembra en cada palabra un venero de inquietud, una incertidumbre. Abrazos.
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