La esperanza es una cosa con alas Emily Dickinson Edición, ilustraciones y traducción de Hilario Barrero Ravenswood Books Editorial, Almería |
LA ÍTACA DE
EMILY DICKINSON
La versión a otra lengua conlleva una pugna continua entre el sentido
literal y la captación básica de la conciencia poética. Más allá de la
asimilación mimética, el traslado debe buscar sitio al diálogo abierto entre belleza y verdad. Desde ese enfoque parte Hilario Barrero
(Toledo, 1946) en La esperanza es una
cosa con alas al acercarnos esta selección de poemas breves de Emily Dickinson,
figura estelar del mapa poético norteamericano. Como todos conocen, el escritor
vive en Nueva York desde 1978. Allí ha protagonizado un ejemplar periplo laboral como profesor titular
en CUNY. Por tanto, su conocimiento de la tradición lírica estadounidense es
minucioso. Quedaba de manifiesto en Lengua
de madera, deliciosa antología de poemas breves convertida en catálogo
de asombros en las ediciones de La Isla de Siltolá.
Ahora desplaza a nuestro andén idiomático una muestra de piezas líricas
de Emily Dickinson (1830-1886), cuyo entronque en la biblioteca castellana ha
sido continuo. Hilario Barrero es también responsable de la ilustración de
cubierta y de los dibujos interiores, un privilegio disfrutado gracias a las
redes digitales, a las colaboraciones en prensa en el suplemento cultural de ABC Castilla-La Mancha y a la delicada
colección Cuadernos de Humo, donde publica buena parte del vitalismo
poético contemporáneo.
El liminar analiza la cualidad más relevante de la personalidad de Emily
Dickinson: el estar inadvertido. Su silencio nunca roto, su empeño en un largo
viaje hacia una Ítaca interior, tuvo como consecuencia la formación de un
estilo peculiar, de unos parámetros formales que ella misma pulió con tesón ensimismado,
por más que los referentes culturales de la poeta sean conocidos por todos: la
continua lectura de la Biblia, el conocimiento de los metafísicos ingleses del
siglo XVII y la poesía, entre otros, de J. Keats. Esa fue la escueta
arquitectura de su refugio, un espacio abierto a la sencilla luz de lo diario,
pero cerrado al ruido y la furia del entorno exterior. La voz, racionalista y
mística, se mueve en la ambivalencia, como la propia experiencia humana siempre
marcada por la cercanía de una realidad mudable y sometida a la desintegración.
Buscó la permanencia en el poema,
el único estar perdurable para el yo interior.
Siempre exigente y con extremado sentido crítico, Juan Ramón Jiménez fue
un lector fervoroso de Emily Dickinson, de quien escribió: “mujer en gracia que
se llevó el secreto del mundo a la eternidad por si estaba vacía”. La
traducción de Hilario Barrero preserva ese secreto, tiene la sensibilidad que
convierte el decir en un susurro permanente y profundo. Al cabo, la poesía no
es más que esperanza con alas que ensaya
una continua disposición al vuelo.
La relectura es la felicidad que se sienta en la silla de la costumbre; en ella paso muchas horas porque hay libros que invitan al regreso. Me sucede con toda la poesía de Emily Dickinson y con el quehacer diverso de Hilario Barrero, dos nombres que pueblan mi mesa de trabajo con frecuencia.
ResponderEliminar"la poesía no es más que esperanza con alas que ensaya una continua disposición al vuelo.". Me dejas sin palabras, pero suscribo este pensamiento tal cual nos lo expones. Feliz Año Nuevo y un abrazo entrañable en la distancia.
ResponderEliminarGracias querido amigo; la esperanza es el más hermoso patrimonio del ser humano, esa razón elemental que permite dormir sabiendo que tras la noche llegará el amanecer; así que solo queda darte un abrazo y desearte para el nuevo año un tiempo de bonanza, una ilusión cumplida, un nuevo sueño.
EliminarTomo buena nota de este libro José Luis, me resulta muy atractivo en cuanto a forma y contenido. Solo ya con su apariencia muestra ser una edición tratada con mucho mimo. Un abrazo.
ResponderEliminarAsí es, Carmela, es una seña continua en el jovencísimo sello editorial que dirige Antonio Cruz; además Hilario Barrero muestra un talento creador en sus ilustraciones que siempre deja asombro y belleza entre los dedos. Un gran abrazo.
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