algas |
MARINAS TRAS EL ECLIPSE
Lento y
repetido vértigo de las palabras
BRUNO MONTANÉ
Cuando habito los poemas de Joan Margarit –un hábito
activo adquirido hace más de veinte años- suelo oir la voz fuerte del poeta
catalán prodigando emociones en el discurrir del poema. Joan Margarit tiende a
la declamación, lo que concede al texto un epitelio trágico, es una forma de
leer que contradice de raíz mi manera de abordar la lectura. Suelo optar por la
carencia de ornamentaciones sonoras, por un soliloquio sin relieves, solo un cable
de voz contra el silencio.
El presente exalta la prisa. Los días buscan la
fortaleza de algún hueco, se suceden con rapidez, no tienen consistencia. No sé
dónde van a parar las horas consumidas. Desconozco si son sometidas a los
filtros de una voluntariosa depuradora que los renueve o se transforman en un
espacio puro e intangible, que solo guarda mínimos reflejos en los recuerdos.
Todo es estar.
Leo la novela Ordesa
de Manuel Vilas, una abierta cicatriz de la memoria que sobresalta el pasado
con la voz insomne de un testigo de excepción y las filtraciones de una
neurosis: “hechos que producen otros hechos: la catarata de la vida, agua que
está corriendo todo el rato mientras enloquecemos”. También repaso, mientras
avanzo entre sus páginas recuerdo algunos encuentros con el escritor,
escalonados en el tiempo: Zaragoza en los años noventa, unas jornadas
literarias en Moguer, la entrega del Premio hermanos Argensola en Barbastro,
una cercana presentación de Turia… Encuentros
cordiales con el otro, el mismo, paréntesis afectivos que nos recuerdan que
cada escritor prosigue escribiendo el mismo libro.
Me gusta descubrir cuándo la realidad se fuga de sí
misma. Para esa huida hay que saber encontrar aberturas, puertas, ventanas…
(Apuntes de verano, julio 2018)
Es como un diario ilustrado. Abrazos
ResponderEliminarMuchas gracias querido poeta, así es, los apuntes resumen estos días de mar abierto, donde cobijo bajo la sombrilla alguna lectura y un ánimo de azul. Abrazo fuerte.
ResponderEliminar