Apócrifo (Aforismos) Hiram Barrios Prólogo de José Luis Morante Editorial Naveluz, Colección La Hormiga Naucalpan, México, 2018 |
EXPECTATIVAS
Los recorridos aforísticos en español tienen en Hiram Barrios un
investigador constante. Se deben al profesor mexicano las ediciones de Gotas tóxicas. Aforismos y minificciones de
Sergio Golwarz (Cuadrivio, 2015) y la extensa muestra Lapidario. Antología del aforismo mexicano (FOEM, 2015. Son
aportaciones que delimitan campos léxicos del decir fragmentario y sus
ensanches conceptuales. Estos enfoques se complementan con los ensayos El monstruo y otras mariposas (UNAM-Naveluz,
2013) y Las otras vanguardias (UANL,
2016) y la preparación de la antología bilingüe Voces paranoicas de Eros Alesi (Cuadrivio, 2013).
Apócrifo muestra la propia
práctica aforística. Compone una cartografía cuya primera versión amanece en
2014. Para esta segunda cita editorial se revisa y amplía con nuevas
oscilaciones reflexivas, como si fuese una obra en marcha, en continuo
crecimiento. Hiram Barrios estructura su libro en trece segmentos, en cada uno de
los cuales se percibe una concepción autónoma. Así, el epígrafe “Aforística”
encadena seis microperspectivas que abordan presupuestos teóricos personales. Hiram
Barrios percibe en las constantes vitales del aforismo una suerte de
antiproverbio donde se integran la objeción, la mirada crítica, el rechazo de
la moraleja y la omisión de afanes didácticos; también subraya la brizna
humorística que deja en esta forma expresiva un humor renacido, capaz de
parodiar lo solemne. Otro tramo relevante, que sirve de foco al quehacer
subjetivo es “Sofista”, donde se anuda una entrevista al yo apócrifo. La
estrategia da pie a transferir a esa presencia intuida una relevante estética
de la fragmentación. Ese desvío libera a Hiram Barrios del carácter individual de las
opiniones.
Los demás apartados constituyen un despliegue diverso y una convivencia
de asuntos que abarcan desde la minificción hasta el decir lapidario. Todos los bloques son ramas verbales que siluetean una tupida fronda de brevedades.
Hiram Barrios sabe que la indefinición genérica del aforismo admite el texto
híbrido, esa escritura intergéneros que comparte la expectativa del microcuento
con la intensidad reflexiva del pensamiento asistemático o la potencia creadora
del epitafio; asimismo entiende el
aforismo como un texto de resolución provisional que admite variaciones.
Apócrifo sobresale por la
variedad de su propuesta, frente a la esquematización lineal. Sabe que la
cartografía aforística transforma lo contradictorio en un caminar digresivo y
abierto a la pulsión asistemática. El pensar aforístico es fragmentario, nunca
tiene una orientación monocorde y
literal; especula, se abre a lo incierto, llena sus plasmaciones de ambigüedad
Soy el agradecido autor del prólogo. La confianza cómplice del escritor deja mi reflexión crítica en el umbral de Apócrifo. Así que me parece obligado concluir esta reseña con los párrafos
finales de contracubierta: “En el remanso de Apócrifo siempre hay sitio para la gota de claridad inesperada en
la que se despliega la capacidad oratoria de la inteligencia y el necesario
silencio: “callemos mejor para entendernos”. Así afloran las aristas de un
tiempo fermentado que el aforismo se empeña en moldear para lijar sus
distorsiones. Es un quehacer continuo y atomizado, con voluntad, con fe,
sabiendo mientras camina que “el aforismo es un atajo”.
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