Carta de una desconocida Stefan Zweig Traducción de Berta Conill Acantilado, séptima edición Madrid, 2005 |
CALIGRAFÍA DEL CORAZÓN
En este relato del escritor austriaco Stefan Zweig (Viena,
1881-Petrópolis, Brasil, 1942) asistimos a un singular proceso de introspección.
Una voz anónima remite la confesión de sus vivencias más íntimas a un famoso
novelista. El detonante de esta explosión epistolar es el dolor. El hijo de la
desconocida ha muerto y el único modo de cauterizar el dolor y la soledad es
someter a la memoria a una minuciosa reconstrucción de lo acontecido desde los
trece años, en el despertar de la adolescencia, hasta los veintiocho.
El largo soliloquio es un pliego de casi veinticinco folios, sin remite
ni firma, encabezado por este enunciado: “A ti, que nunca me has conocido”. La
carta elabora un vivo retrato de una sensibilidad que se reafirma en el valor
de lo ideal. Es en la infancia, cuando por primera vez se tropieza con el
escritor que casualmente alquila una vivienda en el mismo edificio. Los
muebles, la presencia de un mayordomo, el porte personal del adulto chocan
profundamente con su entorno habitual. Mientras ellas se siente protagonista de
una vida opaca y sin relieve cree que el escritor protagoniza una doble vida, capaz
de respirar esa ambigüedad interina en la que se imagina el secreto de la
existencia. Esta mitificación se transforma poco a poco en amor. Es un amor
utópico e idealizado que pasa inadvertido. Para el recién llegado la niña
vecina no existe y todo el proceso vital que ocasiona en la adolescente,
primero y después en la joven mujer es sólo un recuerdo vago en que no puede
precisar ni siquiera un rostro.
Los avatares de la joven siguen su curso, el destino conspira para que
el alejamiento entre los dos se precipite; el posterior embarazo aportará un
conocimiento existencial doloroso en el que recorre los estratos más bajos de
la sociedad. Pero incluso en esta situación la mujer mantiene inalterable sus
afectos y no recurre a la ayuda del destinatario de su amor.
Aunque el relato no está fechado, podemos deducir que la historia se
desarrolla en la Viena
de principios del siglo XX. Por entonces, Austria era una potencia continental
regida por los Habsburgo, con una importante presencia en la política europea,
al formar parte de la Triple Alianza.
La capital es una urbe alegre y cosmopolita aunque con una desigual
distribución de la riqueza que acentúa las diferencias de clase.
Con la estructura del relato dentro del relato: el escritor recibe una
larga carta en primera persona, asistimos a la inmersión de lo extraordinario
en la normalidad en un relato aparentemente sencillo en el que el espíritu
romántico de la protagonista prevalece, como si fuera un himno a los
sentimientos más puros. En muchos sentidos esta pasión se acerca a la poesía.
Contra el mito de Narciso que se mira a sí mismo como depositario de belleza,
quien ama rompe el espejo del yo para contemplarse en el otro y hace del amor
un principio esencial, un sol diario.
Bien leída esta excelente casi “nouvelle”. Zweig era, entre otras muchas cosas, y además de un infatigable profesional de la literatura, un maestro de las distancias cortas. Max Opuls (Ophüls) hizo una interesante película.
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