Diario de un vago Andoni Sarriegi Ediciones Liliputienses Colección Desalmados eruditos Cáceres, 2018 |
MIRADAS AL YO
La imparable crecida del decir fragmentario
sigue incorporando nombres nuevos e impulsos editoriales que diversifican el
cauce genérico habitual. Así sucede con el sello Liliputienses, especializado
en poesía hispanoamericana que aporta a su catálogo el volumen Diario de un vago. Una nota biográfica
final da cobertura al periplo biográfico de Andoni Sarriegi. Su primer contacto
con la escritura, a finales de 1988, se produce en las páginas del periódico Última Hora. Era el arranque laboral de
un quehacer mantenido en más de cuarenta cabeceras, hasta especializarse en el
periodismo gastronómico. Mientras, ha ido hilvanando aforismos, que fueron
apareciendo en la revista La Bolsa de
pipas y que ahora se compilan, como
si fuese un libro de pintxos, tras
una larga condimentación de más de tres lustros.
No viene mal el contexto biográfico para
entender mejor el entorno natural en el que afloran estos frutos verbales. Tras
un título condescendiente con el humorismo autobiográfico, Sarriegi aporta un
florilegio de citas que no pierde el aire solemne, hasta la rabona final del
brasileño Romario: “Es que si no salgo
por las noches, no meto goles”.
Los aforismos de Andoni Sarriegi cultivan el
decir natural, un coloquialismo intimista que está convencido de que los
ingredientes básicos del fragmento son la exposición directa, sencilla, del
enunciado y la intensidad compartida de lo previsible, capaz de hallar rincones
en las aceras más recorridas de lo laborable: “Damos por hecho muchas cosas,
pero sé de algunos gatos sin ningún interés por los ratones”. Este itinerario
de brevedades certifica que quien sale al día sabe que cualquier faceta de la
existencia exige depuración y análisis; así la convivencia con el entorno
familiar o laboral es un continuo sumidero de reflexiones porque entraña la
complejidad del laberinto. Nadie sabe dónde están las puertas. Todos somos el
yo y otro y en esa convivencia afloran ángulos que presentan trazos nuevos.
Frente al mensaje objetivo y reflexivo,
Andoni Sarriegi confía en lo intuitivo, sabe que en la vivencia más insulta y
anodina hay una hendidura para el humor y para dejar que el ánimo respire unos
segundos en la superficie: “Ningún pensamiento se merece más de dos segundos”;
y siempre es preferible la intensidad. Con esa aceptación de lo cotidiano,
conviene no perder el paso y no tomarse demasiado en serio. La existencia es
así: “Obviedad: siempre estamos a punto de morirnos” y hay que tener el balance
resuelto en pocas palabras: “la madurez dura dos días”.
Como
ejercicio punzante del pensamiento, el aforismo cultiva la paradoja y la
contradicción. Su ingenio y capacidad de síntesis contradicen esa solemnidad
del vuelo alto que asciende en apariencia hacia el pensamiento profundo. Andoni
Sarriegi despoja sus textos mínimos de consideraciones elitistas y emplea como
materiales de uso la reticencia irónica y la acuarela luminosa del humorismo,
aliñado a menudo con el son agridulce de la crítica: “A mí no me gustan las
fiestas porque me pongo perdido de gente”, “Nada agota tanto como fingir que se
trabaja”, “Mira, ni me cae bien ni me cae mal, pero es una persona inhumana”,
“Hay que saber enloquecer dignamente”, “Yo, por el Futuro no paso”.
Tras la lectura de Diario de un vago, uno
sospecha que el trazo autobiográfico del libro no se refiere a una identidad
concreta y que dibuja muchos de los tics que nos definen a diario, en la parada
laboral de cada amanecida. Así que es difícil sustraerse a la de complicidad, a
ese gesto furtivo que suele perdonar nuestra torpeza. Conviene prevenir: “Mirar al suelo, a veces, te lleva a levantar la cabeza".
Recoger tus miradas es un ejercicio tan placentero e instructivo que, una vez asegurada mi vieja costumbre de tomar el primer o segundo café contigo paseando por tus puentes, ya me atrevo a saludarte dando las gracias por todo lo que ofreces y me enseñas. Gracias, José Luis. Gracias siempre. Un abrazo.
ResponderEliminarGran sorpresa, querida María, ese largo silencio de estos meses me ha parecido necesario para que vuelvas con tus pasos de mediodía, ya sabes que mis hábitos no cambian mucho, sigo llenando mis horas de lectura y poesía, es necesario... aunque sigo sin descubrir para qué. feliz regreso, mis puentes son tus puentes. Mi amistad, intacta.
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