Adela Sánchez y José Luis Morante (Navadijos, Ávila, 6 de diciembre, 1978) |
RECUERDOS DE 1978
(Elogio de la Constitución)
A Serafín de Tapia,
por hacer de sus clases de Historia Contemporánea
un diálogo con la inteligencia, un futuro.
A Irene y Ana,
para que sepan de dónde venimos
A Irene y Ana,
para que sepan de dónde venimos
Solo veintidós años. Pero
sabíamos, gracias a profesores que inundaron sus explicaciones de compromiso y conocimiento, al estar diario, y a una innata vocación lectora, que casi todo estaba por hacer. La voluntad
verdecía. Los itinerarios hilvanaban lo personal y lo colectivo. Volaba alto un día a día que empujaba a ser espectadores de primera fila y protagonistas activos de lo real. Atrás quedaban, como puertas mal cerradas, la gravosa presencia del franquismo, la falta de libertades, los días oscuros de lo clandestino y el hablar en voz baja. Delante, el espacio
intacto de una cartografía, hecha desde el consenso y la
tolerancia, desde la cesión y el acuerdo. Aquel miércoles frío de diciembre votamos sí. Muchos votaron si. Más del noventa por ciento del censo electoral ratificó el proyecto de constitución. Y en la calle se oían los
pasos de alegría de las octavillas, los latidos del miedo y la necesidad de encontrar frutos en
esa hoguera estéril de la historia reciente.
Todo guardaba el equilibrio complejo de quien sube al alambre de la utopía y tantea en la convivencia una fuerza integradora, capaz de disolver el odio
revanchista y el resentimiento de los poderosos, donde la jerarquía era costumbre. La política –la de verdad, la que busca el interés
colectivo y el servicio a la causa social- es pacto, aportación al todo,
esqueje autónomo que crece a su aire, pero se nutre y refuerza el árbol común.
Un tiempo limpio tenía prisa para salir al día. Esa semana fue irrepetible por su intensidad para nosotros, dos
jóvenes que buscaban descifrar el porvenir desde el ahora. Adela y yo votamos sí el día 6 de
diciembre de 1978. Dijimos sí, y nos casamos para buscar juntos un sitio propio, un pupitre laboral, una casa de dos, el día 10 de diciembre de 1978. Y tuvimos en las manos el ligero equipaje del asombro porque el día 11 de
diciembre de 1978 viajábamos a Portugal para disfrutar de una luna de miel en Lisboa,
Coimbra y Nazaret…
Todo pasó en el 78. Lo recalco porque nadie va a manipular un solo gramo de mis recuerdos. Lo vivimos juntos como ahora. Conmigo. Contigo. Y merece la pena celebrarlo. Lo hago feliz,
mientras cierro los ojos y te abrazo para recordar mejor.
Enhorabuena por esos cuarenta años de matrimonio.
ResponderEliminarUn abrazo a los dos.
Muchas gracias, Chelo, siempre es una alegría tu estar cerca, así que solo queda desearte un nuevo libro lleno de poesía y sueños cumplidos.
EliminarQué maravilla, cuántos recuerdos felices, enhorabuena por vuestro amor tan fuerte y perdurable como nuestra Constitución. Un abrazo para los dos.
ResponderEliminarGracias Isabel, estamos en un paréntesis temporal hecho de sombras e incertidumbres y es hermoso pensar que valoramos el agua clara que riega nuestras manos. un fuerte abrazo.
EliminarHermoso... Parabéns!!!
ResponderEliminarMuchas gracias querido Javier, fue una semana intensa, especial, definitiva... de las que dejan suelo firme durante muchos años. Gran abrazo y un privilegio siempre tu amistad.
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