Haikus completos (1972-2018) Luis Alberto de Cuenca Edición y prólogo de Ricardo Virtanen Iustraciones: Javier de la Rosa Editorial Los Libros del Mississippi Madrid, 2019 |
JAPONERÍAS
El decurso estético de la generación novísima adquirió en la cronología
de los años setenta un renovado impulso. Afloraron voces nuevas que han tenido
en el tiempo vigencia perdurable. De ese
grupo de autores resulta un vértice esencial la pujanza creadora de Luis
Alberto de Cuenca (Madrid, 1950). Con una personalidad humanista sólida y
sorprendente, el escritor es Profesor de Investigación del CSIC y Académico de
número de la Real Academia de la Historia. En él es parte irrenunciable la expresión
literaria en todos sus ámbitos: poeta, ensayista, traductor y crítico, entiende
la literatura como un espacio polivalente donde se yuxtaponen todos los géneros.
Ahora aglutina todos los haikus dispersos en sus poemarios y escritos en
casi cuatro décadas de quehacer poético, desde su eclosión como poeta en 1972
hasta el material inédito que deja la ventana abierta al taller del ahora. Lo
hace en un título cuidado con mimo por Los Libros del Mississippi,
un cauce editorial recién inaugurado por Antonio Benicio Huerga. El carácter
orgánico de esta entrega cuenta con imprescindible prólogo del poeta, músico,
profesor y ensayista Ricardo Virtanen.
El trabajo introductorio refleja el sesgo evolutivo de la
estrofa japonesa, con sus nombres más relevantes, aquellos que se han asentado
en la memoria cultural, desde que el haiku se inicia como forma poética en el
siglo XVI, tras desgajarse del waka o tanka y adquirir autonomía singular
con Bashô, Busón, Issa y Santoka, entre
otros. Virtanen recuerda que fue José Juan Tablada quien introduce la estrofa
en el ámbito del castellano y que en España adquiere una tímida presencia a
principios del siglo XX, con Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, el ultraísmo
y algunos poetas del 27. La aclimatación
definitiva comienza a mediados de los setenta hasta el boom de la generación
digital, donde el terceto japonés ha adquirido un insólito cultivo, como género
renovado. Una mirada retrospectiva a la historiografía de Luis Alberto de
Cuenca sitúa el haiku de amanecida en Elsinore, lo que convierte al madrileño en uno
de los cultivadores más precoces de su generación. Desde entonces, parece como
si el minúsculo esquema protagonizara un largo silencio hasta 1996;
para seguir después, con fervor indeclinable, un periplo perenne en el cuaderno Resina fósil y otros haikus que en
obras posteriores como El reino blanco y
La vida en llamas se ha mantenido
vivo. Virtanen sostiene que Luis Alberto de Cuenca cultiva el haiku “desde un culturalismo heterodoxo hasta una
cotidianidad subversiva”. Excelente mirada crítica que el lector refrendará en
los textos seleccionados.
La voz poética del haiku expande sus dos vetas argumentales básicas:
la naturaleza y el discurrir temporal. Desarrolla con levísimas
pinceladas nuevos tópicos, con frecuencia derivados del ámbito urbano que
compone el ámbito vivencial del sujeto biográfico. También es gesto
reseñable la huida del carácter trascendente de la estrofa para barnizar los
poemas de comicidad, humor e ironía, ingredientes que añaden a los temas
básicos del orientalismo un registro foráneo. Otro elemento renovador es el ritmo
asonantado de algunos haikus. Da a la estrofa un carácter de oralidad
próximo a la canción o la soleá, que se percibe con fuerza en el recitado oral.
En este paréntesis digital que
define el primer tramo del siglo XXI, estamos en un periodo de plenitud. La
literatura abreviada de Luis Alberto de Cuenca sigue un ritmo cotidiano y
vitalista, lo que permite enriquecer el libro con algunos inéditos. La compilación Haikus completos
(1972-2018) define una propuesta de indudable interés. Se configura desde
la diversidad. Remite de inmediato al carácter conceptista del aforismo y su
lejanía de lo ampuloso; también al destello de lucidez inteligente que adquiere
en el buen fruto un carácter canónico. Los textos muestra un quehacer rico, en el que caben la reflexión urbana, el trazo lírico, la expresividad lúdica, y la vibración metaliteraria. El carácter autónomo de cada texto concede al hilo
argumental un rumbo imprevisible, pero en él siempre resuena el nítido magisterio de un poeta mayor, ubicado en el mejor núcleo de nuestra poesía.
Hay muchos haikus camuflados en infinidad de poemas y canciones. La estrofa 5-7-5 es especialmente grata al oído humano. Así, de Miguel Hernández:
ResponderEliminarNo te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
O en una canción de Estopa que oí el otro día:
La primavera
se te escapa corriendo
por las aceras.
Sandra Suárez
Así es, querida Sandra; su esquema tan cercano, hace posible una inmersión cultural casi inmediata como ya percibieron Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, y muchos poetas ultraístas; como sabes ahora la estrofa está muy extendida y son muchas las voces que la cultivan con gran acierto: Susana Benet, Jesús Munárriz, José Cereijo o Ricardo Virtanen escriben estupendos haikus...Siempre muy agradecido por tu compañía, Sandra, y por tu continuo aporte a la escritura.
EliminarMe complace mucho el magnífico artículo que has escrito sobre los Haikus partiendo de la nueva obra de Luis Alberto de Cuenca. Personalmente me gusta mucho esta forma poética (tengo un poemario en la recámara esperando que le llegue su turno) pero he observado que tiene muchos detractores, unos por considerarla un "arte menor" y otros por su negativa a las propuestas heterodoxas.
ResponderEliminarMuchas gracias, José Luis.
Isabel Fernández
Aciertas de pleno, querida Isabel; son muchos los que consideran el haiku una nadería, un destello humilde cuya luz se apaga de inmediato. Eso ha hecho que a lo largo del siglo XX haya tenido un cultivo minoritario. Yo confío en ella, me gusta, y por tanto te animo plenamente a su empleo verbal;ojalá pronto esté tu libro editado. Será una buena excusa para vernos de nuevo y darte un abrazo enorme de amistad y poesía.
EliminarExcelente reseña, José Luis. Con ganas de navegar por esos haikus. Un cálido abrazo.
ResponderEliminarBuenos días, María José, sé cuánto te gusta la estrofa y tu excelente registro con el haiku, así que es una buena oportunidad de conocer la práctica versal de Luis Alberto de Cuenca, a lo largo de su itinerario creador. Un fuerte abrazo, siempre agradecido por tu amistad.
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