Otra modernidad Estudios sobre la obra de Ramón Gaya Miriam Moreno Aguirre Editorial Pre-Textos, Fundación Amado Alonso Valencia, 2018 |
PRESENCIA DE RAMÓN GAYA
En la obra de Ramón
Gaya (Murcia, 1910-Valencia, 2005) confluyen pintura y escritura. Son vetas creadoras complementarias. Ambas propician una indagación estética cuyo
estudio es el motivo central del ensayo Otra
modernidad. Estudios sobre la obra de Ramón Gaya con el que Miriam Moreno
Aguirre (Madrid, 1954) consiguió el Premio Internacional de Crítica
Literaria “Amado Alonso” en 2017.
Con una trayectoria
profesional desarrollada en la
producción de programas culturales en Televisión Española, Miriam Moreno
Aguirre se doctoró en Filosofía con una tesis dedicada a Ramón Gaya, sobre
quien ha publicado numerosos sondeos críticos en revistas especializadas y El Arte como destino. Pintura y
escritura en Ramón Gaya, quehacer editado en 2010. Nos hallamos, por tanto, ante quien ha hecho del legado gayesco un espacio de lucidez reflexiva. Suma a su afán una implicación biográfica directa; durante
décadas conoció al pintor, perteneció a su círculo de amistades y fue testigo privilegiado del devenir de su escritura y de la disciplina de su
pensamiento estético. Por ello, trasmite una visión cercana y repleta
de equilibrio, en la que se analizan el periplo biográfico, el contexto cultural
y las filiaciones del universo estético.
En la compleja labor de
análisis, se ubican como amanecida de la investigación los datos más
significativos del trayecto vital. Desde muy temprano, el niño siente una
profunda vocación pictórica que se afianza con un viaje a Madrid, donde conoce
el Museo del Prado y personalidades como Juan Ramón Jiménez. Viaja más tarde
al París de las vanguardias y se implica, desde su nacimiento, en la obra
cultural de la II república a través de las Misiones Pedagógicas y, después, en la revista Hora de España. Su tarea política en la Guerra civil provoca el exilio a México, durante
décadas, hasta su regreso en 1960, con un último periodo de creación y
reconocimientos hasta su fallecimiento en 2005.
La cimentación teórica de Gaya
proviene sobre todo de las articulaciones conceptuales del Krausismo y de la
obra filosófica de Nietzsche, Bergson y Ortega y Gasset; pero también del
ideario estético de Juan Ramón Jiménez, a quien admiró profundamente y con el
que mantuvo siempre una relación afectiva muy consolidada. Desde esas fuentes germinales se levantan
los juicios estéticos del pintor, difundidos en las anotaciones biográficas de Diario de un pintor y en tres textos
ensayísticos esenciales: El sentimiento
de la pintura (1959), Velázquez,
pájaro solitario (1967) y Naturalidad
del arte (y artificialidad de la crítica) (1996). No son estudios
marginales en su condición de pintor. En ellos, “se puede apreciar la intensidad elocuente y la originalidad de
un pensamiento suscitado por intuiciones inesperadas, iluminaciones y
presentimientos llenos de agudeza, en un tono a veces lírico, otras directo y
otras incisivo. Son textos elaborados
con precisión, claridad, hondura, guiados por el deseo que tiene todo artista
de dilucidar la naturaleza de su propio impulso pictórico y del influjo que
otras creaciones han ejercido en su obra y en la de otros creadores “, subraya Miriam Moreno Aguirre en afortunadísima síntesis.
Para Ramón Gaya, ser pintor
afecta a la condición ontológica del sujeto, es una forma de amar antes que la
pintura los paisajes y las figuras reales. De ese amor nace el impulso pictórico:
el sentimiento de la pintura, ese
despertar de quien se descubre inmerso en la totalidad misteriosa de la
naturaleza y en la plenitud de su pobreza original.Tras el estudio de la noción
de sentimiento, se profundiza en la correspondencia entre sentir y
pintar. Del saber sentir emana algo oscuro y misterioso, una veta
vertebradora, en la sostenida evolución del trabajo, que marca senda en el
tiempo. Si en los años veinte, el joven pintor soporta el contagio
vanguardista, tras su regreso de París y su inmersión en las Misiones
Pedagógicas emprende una etapa desprejuiciada, de mímesis y homenaje con los
grandes maestros, al margen de tendencias. Después, en la grieta del exilio profundiza
en un realismo de tono sombrío que no cambia de gamas cromáticas hasta el viaje
a Venecia, ya en los años sesenta cuando su plástica abre un estilo
remozado entre el enfoque realista y la imprecisión perceptiva, para concluir
tras el definitivo regreso a una etapa de insólita madurez y fertilidad, con amplia temática argumental, desde la
naturaleza al retrato, en una vía de esencialización y despojamiento.
Ya en plena madurez, Gaya
escribe su libro decisivo, Velázquez,
pájaro solitario. Miriam Moreno Aguirre, con inteligencia nos
revela las claves de lectura. La fuerte devoción velazqueña propicia la comprensión de sus valores plásticos y una conducta sin rincones dubitativos
ante los problemas técnicos. Para Gaya “Velázquez no percibe la realidad paso a
paso sino de un golpe que abarca la totalidad”
Otra modernidad constituye una solvente mirada al
periplo biográfico de Ramón Gaya y a su doble papel de pintor y escritor, con
singulares postulados estéticos. Reúne los focos activos del conocimiento
directo con su constelación emocional y la experiencia cultural de una
bibliografía profunda, de la que es parte esencial la biblioteca personal de
Andrés Trapiello, cuyo magisterio es norte y voluntad. De esta
atmósfera propicia nace un ensayo ejemplar, con páginas esclarecedoras al hacer memoria y lumbre de los presupuestos estéticos y el hecho de vivir, fuerte y acorde con el magno legado de
Ramón Gaya.
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