viernes, 1 de febrero de 2019

OTRA CIUDAD, LA MISMA

Museo Reina Sofía (Madrid)
Fotografía de
Javier Cabañero Valencia



OTRA CIUDAD, LA MISMA

En este mundo, nada está en su sitio,
empezando por el propio mundo.

EMILE CIORAN


.  Es invierno y las aceras congregan un contagio de prisas. Camino a trasmano. Pongo lentitud en la mirada y en los zapatos. El mismo ritmo extraño en la cabeza y en el corazón.

. Alguien habla en voz alta. Otro asiente a intervalos. Una multitud conectada con un oído atento en la distancia. Sólo yo permanezco fuera de cobertura. Quité el sonido al móvil. Cuando lo enciendo hay seis llamadas. Un coro de mensajes me recuerda los asuntos literarios que hay que programar. Debería ayudarme más a mí mismo; solo, no puedo.

. Pido un café con leche y abro el libro Otra modernidad, un ensayo de Miriam Moreno Aguirre. Apenas leo unas líneas. Elijo un ventanal que testifica el tránsito incesante. Frente a mí un asiento vacío; esa caligrafía de ausencia que escribe en lluvia oblicua. Otra ciudad, la misma. Y yo no estoy.

. En el bullicio, las reivindicaciones laborales de los taxistas y las pertenencias de un mendigo. Dos cartones de vino peleón, colillas, el saco de dormir y un desamparo que no ocupa sitio y que mira en silencio, mientras tiende la mano. No debo escribir un diario; me mana la tristeza y hay que ser optimista, aunque no sepamos para qué.

(Apunte de febrero)



3 comentarios:

  1. Tristes tiempos los que vivimos, pero siempre nos queda un rayito de optimismo, porque siempre que llueve,tarde o temprano, escampa.

    Besos

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    1. Es la misma sensación que yo tengo, querida Luz; hay un insólito empeño en suspender nubes negras sobre lo cotidiano que invita a cerrar los ojos, y mirar hacia dentro para seguir fuera de cobertura. Un gran abrazo y siempre agradecido por tus pasos en mis puentes de papel.

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  2. El mendigo con los cartones de vino es el mobiliario urbano como escribo en un poema que esta siempre en la misma esquina mirando con desgana e incomprensión el alocado hormiguero que deambula cada día delante de él, un sabio diría yo como Diogenes en una calle concurrida cualquier ciudad de Grecia.

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