Ayuttaya (Tailandia, 2017) Fotografía de Rosa María Hernández Costa |
HOSTIGAMIENTOS Y HUIDAS
La tramposa gramática del insulto
se justifica a sí misma como fruto de una hilazón invisible de causas y
efectos. Y crea un perplejo inventario de rabia, tanto en la universidad, como
en el campo de fútbol o en los barrios periféricos más humildes. ya se sabe, el
culpable siempre es el otro. Nadie se ve a sí mismo como un sujeto violento e
incontrolado, como un imbécil ocupando el primer plano de la ineptitud con una
conducta perversa.
Mi fisiología sufre un deterioro
expansivo. Me lo advierten a diario mis células auditivas, la necesidad de luz
fuerte en las horas nocturnas o los cortes del sueño… Yo continúo con mis
hábitos, como si no me diera cuenta. Y casi me engaño.
Ese anhelo tan complejo. Ser
coherente con uno mismo y que además lo sepan las ubicuas voces de la
contradicción.
¿Por qué lo sencillo es tan
complejo?
El cansancio cartesiano se
reparte a partes iguales en cada proyecto literario. Conforma un material en
depósito que debo gestionar para que nunca se agote. Por eso hay que seguir,
con lentitud y paso calmo
(Páginas del diario)
Sigamos, amigo, sigamos. Ante tanto ruido desconsolador, un poco de sosiego y de silencio son conformadores, y la literatura y la música, cuidándonos. Abrazos amigo, abrazos!!
ResponderEliminarAbrazos poeta, viene bien escuchar un poco el latido del ánimo de cuando en cuando para ver y sentir el desánimo crepuscular, pero también para saber que tenemos entre manos un largo viaje. Fuerte abrazo por tu amistad.
EliminarÁnimo, poeta. La vida es un soplo.
ResponderEliminarAbrazo grande.
Sin duda, Gabriela Rosas, y por eso hay que meditar sus corrientes, ver qué aires están contaminados y qué vientos nos llevan a los mejores espacios de la felicidad. Siempre una alegría tu estar cerca.
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