Raquel Lanseros Fotografía de Infolibre |
RAQUEL LANSEROS EN CLAVE POÉTICA
Ayer sábado, Raquel Lanseros (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1973) fue galardonada con el Premio de la Crítica 2018 por su poemario Matria (Madrid, Visor Libros, Colección Palabra de Honor, 2018). Está en imprenta el nuevo número de la revista Turia, donde comento en profundidad esta salida, y es ahora el momento de abordar su itinerario en clave poética, para que reverbere fuerte ante el lector y aporte luz de mediodía, desplegando registros y sensibilidad.
Ya es letra de manual que el cambio de siglo acoge una amplia conjunción de idearios. Es un interludio de enlace, donde no se percibe una tendencia central, que fije modas y
directrices para mayorías, sino un cruce de caminos. Convive una búsqueda de sitios que
se fortalece al paso, con nuevas entregas. Y es en este contexto polifónico,
cumplido el primer lustro, cuando amanece la voz poética de Raquel
Lanseros.
La escritora es licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de
León, ciudad donde discurrió casi toda su infancia y juventud. Un uso
idiomático plural ha impulsado sus versiones al castellano, como traductora de
Edgar Allan Poe y Gordon E. McNeer. Asimismo, colabora con reseñas y artículos
en publicaciones escritas y digitales. Tras un paréntesis laboral en Murcia como
Asesora de Formación de Idiomas y Programas europeos, ejerce la docencia en un
instituto madrileño de Educación Secundaria y Bachillerato.
Su libro inaugural, Leyendas del
promontorio, editado en 2005, ofrece una mirada lírica proclive a la
evocación; con verbo ajustado muestra las sensaciones que convoca cualquier travesía temporal: espera, soledad,
aislamiento y pérdidas. Para conocer la textura interna del hablante verbal,
se indaga sobre una existencia que acostumbra a prodigar fragmentos de un
pasado con aire de regreso. Nítido el ayer, dibuja trazos que adquieren nuevos
cromatismos en los espacios del ahora. La travesía cotidiana asume una tarea artesanal,
restauradora, en la que hay sitio para la esperanza, aunque sea costoso superar
carencias: “Desnudo, abandonado por su viejo entusiasmo / el hombre es muy
pequeño. / Huérfano de sí mismo, reedita sus temores / ubica por tamaños todas
sus pretensiones. / Y se convence que, después de todo, / quizás el infinito no
merezca la pena / y las uvas ansiadas estén verdes”.
Apenas
un año después llega a las librerías Diario
de un destello, tras conseguir un accésit del Premio Adonais en 2005. Los
poemas sondean la relación entre personaje lírico y entorno; en el devenir, ni
la luz ni la sombra tienen ubicaciones estables; las dos se conjugan con
azarosa cronología y precisan la disposición natural del hablante para dar
cuenta de sus incertidumbres, aunque sea a través de mínimas ranuras, de leves claridades incipientes. En el apartado inicial conviven
subjetividad e intimismo. En él germina un paisaje emocional donde se constatan
las modulaciones del acontecer con una voluntad que trasmite sensaciones de de
epifanía, como resalta el poema “Evocación”. La sección central, “Tres
antorchas” abre otro registro; en este tramo sobresalen protagonistas que personifican
cualidades definitorias y singulares: un derrotado de aquella guerra incivil cobija
pasos clandestinos monte arriba, sin amanecida y sin futuro; se hace arquetipo
de empeños furtivos arrastrados por el destino. Otra figura central histórica es
Doña Juana, paradigma de locura amorosa, que hace del sentimiento un viaje a lo
desconocido. Son palabras de homenaje a quienes evitaron que los ideales
mudaran en ceniza. El amor toma cuerpo en el último apartado donde la
perspectiva idealista es palpable al ubicar los sentimientos en planos cortos.
Los versos se tornan cálidos y vitalistas, hechos de acordes que conectan la
piel y sus preguntas.
En Diario de un destello también la
indagación busca su espacio en composiciones con sustrato aforístico. El hablante define actitudes: “Aunque he cambiado mucho de color / sigo siendo
camaleón / y no rama”. La luz queda a resguardo, para que alumbre limpia
cualquier sueño y tenga una claridad afectiva y estival.
Con su tercer fruto, Los ojos de
la niebla, que obtuvo el XXII Premio Unicaja de Poesía, la poeta abre campo
al intimismo. Desde la entrañable dedicatoria
inicial a sus padres, verdaderos ojos en la niebla, percibimos el recuerdo vivo
de quienes horadaron la senda habitable por la que transitan los días. El
monólogo dramático propicia una identidad mudable y una intensa expresión
afectiva en la que el sujeto se posiciona frente a la realidad. El prolijo
desfile de lo vivido desgaja sensaciones que encuentran sitio entre los
pliegues del poema. La existencia depara descubrimientos e incertidumbres,
exploración y desengaño, hallazgos y pérdidas. Son los meandros de travesías
evocados en los soliloquios de personajes que dan vida a los interlocutores que habitan los poemas.
En Los ojos de la niebla adquiere
un papel relevante la voz femenina frente a sí misma. Esta sensibilidad
encuentra cauce en composiciones como “La mujer herida”, cuyos versos comunican
respuestas aseverativas frente al desengaño, esa forma de aceptar como un
dibujo de la piel la textura de una cicatriz que recuerda un fracaso amoroso.
También hallamos pautas emocionales femeninas en otros textos como “La mujer
que reza”, “El hombre casado”, o “Una mujer mira un tren alejarse”. Todos
comparten versos en los que resuenan los íntimos acordes de la conciencia.
El poema “Beatriz Orieta. Maestra Nacional” evoca, con la calidez del
homenaje, la actualidad de un tiempo colectivo cuya lección ética perdura.
Croniria arranca su caminar
lírico en 2009. El sugerente título –un acierto verbal de la autora- fusiona temporalidad
y onirismo. Los poemas acogen referentes culturales para asentar una voz que
enfoca una realidad diáfana, hecha de logros pequeños, pero exaltados por la
celebración. Cada tránsito postula un paréntesis habitable en el que hay sitio
para la alegría, el eros o la libertad de acortar las distancias que separan realidades
y sueños: “Nunca le tengas miedo al horizonte / no hay placer más sabroso que
el trayecto. / Acepta el pan servido en cualquier parte / disfruta del asilo
que te ofrezcan / pero ten preparadas las maletas. / Aprende por tu bien el
arte de marcharte / siempre un segundo antes de que te hayan echado.”
Reconocido con el XIII
Premio internacional de poesía Antonio Machado de Baeza en su primera aparición,
Croniria se reedita por segunda vez
en 2014, con formato bilingüe, siendo responsable de la traducción al inglés el
poeta y profesor Gordon E. Mcneer. En su diverso discurrir encuentran acogida
estados vitales polarizados; la existencia rompe cualquier monotonía
superficial para encajar en el renovado espacio del alba los dedos de los
sueños, el lienzo imaginario que engrandece la superficie encogida de lo
cotidiano.
En la estación Las pequeñas espinas son
pequeñas, libro ganador del XXIX Premio Jaén de Poesía, se promueve
una exaltación vitalista en la que tiene cabida el optimismo. Aquella
aseveración de Jorge Guillén de que “el mundo está bien hecho” adquiere en la palabra de Raquel Lanseros una personal
formulación. El diálogo convivencial entre sujeto y entorno exige un
asentimiento armónico, capaz de superar desajustes y erosiones. Con una
estructura meditada, cada sección aborda un avance argumental distinto que
arranca con una indagación sobre la identidad. Los poemas centrales hacen del
tiempo el sustrato a explorar, mientras que el apartado tercero define una
mayor presencia de lo colectivo. “Croquis de la utopía” es un mapa del
compromiso con actitudes de solidaridad y entrega, dos miradas ante el espejo
de un yo común que en la parte final se convierte en balance vivencial. La
palabra no es sino un himno a la claridad.
La antología Con & versos,
una propuesta de poetas andaluces para el siglo XXI coordinada por Antonio
Moreno Ayora, permite una mirada amplia a la carpeta de inéditos de la poeta
jerezana. En los textos seleccionados crece una poesía comunicativa y emocional
que hace del soliloquio compartido una manera de adentrase en las paradojas de
lo existencial, en esa amalgama de cosas elementales y etéreas superficies por
concretar, de intrahistoria y aceras transitadas en común. El poema “Sigue
doliendo España” es un destello limpio de su implicación ética y social.
Matria marca una continuidad que establece vínculos con las claves estudiadas hasta el momento. Consigna esclarecedores aspectos de una poesía ajena a devaneos experimentales, pero tenaz en la modulación de un tono singular que revitaliza sustratos argumentales y estrategias expresivas. Siempre consciente de la machadiana condición de palabra en el tiempo, el
verbo escrito de Raquel Lanseros supone una cosecha feraz, que captura reflejos
en el río claro de la tradición para reconocerse. También poesía abierta al
optimismo y al estar conforme del yo junto a los otros, que hace de la palabra
un abrazo, un íntimo diálogo compartido.
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