Caída libre Miguel Ángel Gómez Libros Al Albur, Apeadero de Aforistas Sevilla, 2019 |
MIGUEL
ÁNGEL GÓMEZ: VERSOS Y PROSAS
Aunque algunos poemas sueltos se publicaron en proyectos colectivos
anteriores como las antologías Soledades
juntas (2005), Perro sin dueño (2007)
y El triunfo de la muerte (2011) el
quehacer literario de Miguel Ángel Gómez (Oviedo, 1980), Licenciado en
Filología Hispánica y docente de Enseñanza Secundaria, protagoniza en los
últimos años un insólito crecimiento en verso y prosa.
Hace apenas un año, ediciones Camelot,
publicaba Sombra, sexto poemario del
autor y muestra clara de un ideario que hace del surrealismo, más que del
culturalismo, uno de sus veneros centrales. A pesar de que el poeta alude a
magisterios como Allen Ginsberg, Gary Snyder o Sharon Olds, voces en las que el
pacto realista se convierte en estrategia enunciativa, la poesía de Miguel
Ángel Gómez confía en la imagen y vela con frecuencia los significados con una
notable arquitectura de símbolos. El resultado es un decir que expande temas de
un modo personal, hermético y con amplia libertad para dar cauce a los
contenidos sentimentales. Sombra es
un poemario amoroso que deja al yo verbal en ese estado de intimidad desbordada
que contrae lo racional y vaporiza el onirismo.
Frente al pautado discurso de lo racional, la voz poética del escritor
completa un decálogo que hace de la norma un entrelazado de confabulaciones
imaginarias, de fantasmas en libertad, de especulaciones sobre lo real:
“Escribir es lo que te permite decirle que se quede cuando ya se ha ido”.
Su séptimo aporte, Canciones
acusadoras (Baile del Sol, 2018), con prólogo entusiasta de Marcelo García, está centrado en la
actitud poética y en su cultivo del asombro y echa a volar sus composiciones con
similar impulso amoroso. Para el sujeto enamorado el deambular diario es un
entorno sentimental y habitable que justifica cada gesto. De cuando en cuando,
habitan los poemas presencias rescatadas que rompen la verosimilitud intimista
para dar a las composiciones el evanescente aspecto de algún sueño o el
recorrido sosegado por las calles tranquilas de la imaginación.
Miguel Ángel Gómez bifurca su taller literario; cultiva la narrativa, el
relato breve y la crítica, géneros que ahora dejan sitio a su primera salida
aforística, Caída libre (Libros al
Albur, 2019). El escritor se suma así al cauce de lo fragmentario en Apeadero de Aforistas, con una
entrega abierta con dos textos casi programáticos de Leopoldo María Panero:
“Qué vana es la caída, digo el verso” y Max Aub: “esta minúscula caída”.
En la codificación habitual del aforismo filosofía y senda poética
mantienen un trazado casi equidistante: “El poeta y el filósofo permiten que
nos despojemos de todo menos de la mente”. El pensamiento busca materiales de
uso en la introspección y manifiesta sus incursiones en el yo desde una
expresión esencial, donde nada sobra, con esa convicción de que cada palabra es
necesaria porque capta la esencia, especula, busca el asombro, sin miedo a
caminar por el laberinto porque “Equivocarse con precisión es brillar con una
llama nueva”.
El aforismo es también un estado de ánimo: “Felicidad”. Qué palabra.
Todos sabemos que empieza por “Fe”; la manera de embocar una perspectiva sobre
el trayecto existencial sin que los pasos adquieran el peso alevoso del
cansancio para renovar el vigor y la espera.
La identidad de la escritura busca un espejo para la reflexión:
“El poeta es un sastre con voz sonora que hace ropa para fantasmas”, “Escribir
es que un millar de perfumes choquen entre sí”; “Un poema debe abrir la puerta
con fuerza y lanzarse a través de ella”; “Es posible que la lógica sea incompatible
con la inspiración y el caos sea un fogoso caballo de carreras”. Y un enunciado
que sirve también para perderse de nuevo entre los poemas de Sombra y Canciones acusadoras: “Los que no entienden mi poesía están en el
callejón sin salida del análisis de las causas y los efectos”.
Fiel a sí mismo en cada género, Miguel Ángel Gómez escribe sus aforismos
con la tinta colmada del poeta –“Los mejores aforismos alcanzan un esplendor
tan rebosante que el alma se derrama”- para que la realidad se expanda en nuevos
espacios reflexivos. Lúcido para abrir con cautela los abismos del tiempo y explorar contraluces
y trayectos, nos deja en Caída libre la
mirada abierta de quien desea convertir el aforismo en un viajero, una
conciencia en marcha que guarde sobresaltos y sentir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.