Templo de Debod en Madrid Fotografía de Adela Sánchez Santana |
OXIGENACIONES
Con quien no esté un poco cansado de todo
no vale la pena dialogar
NICOLÁS GÓMEZ DÁVILA
Imagen interior que no se desvanece: las pupilas de los que no están guardan dentro un sol apagado, una noche en continuo titubeo.
Hace unos años escribí este aforismo: “No están fuera ni
dentro. No están”. Y estos días lo recordé por su precisa manera de definir
esas presencias que guardan detrás de su sonrisa una extraña distancia. Nunca
sé si son cercanía o lugar lejano, periferia o centro.
La revistas en papel han crecido en el último año, como si fuesen los últimos soldados de un ejército en fuga que luchan por sobrevivir. Las páginas de Crátera, Itaca, 21veintiúnversos o Barcarola llegan a casa con la solvencia del proyecto vitalista y animoso.
Hay fotografías que no concuerdan con la realidad;
ocultan seres deshabitados.
Escenarios visuales de Madrid donde pueblan aceras los
zapatos gastados de mi soledad:: la cuesta de Claudio Moyano, el palacio de
cristal del Retiro, la calle Toledo, el patio interior del Reina Sofía, El
templo de Debod y el parque del Oeste… Son marcos urbanos que comparten la
melancolía del paseante y la oxigenación del solitario cansado.
Esa disparidad en la percepción del otro es una escuela
abierta. Hoy aprendí que hay gente que percibe en una pregunta inocua un golpe
que deja en coma. Insólito y clarificador para mañana: no hay más preguntas.
(Apuntes para fin de mes)
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