Último tren |
APEGO
En los huesos del tiempo
no hay ternura
JOAN MARGARIT
Los ocres sucios
de viejas decepciones
no quieren irse.
La poesía limpia, orea y sana, hasta los ocres viejos, amigo. Buen día, poeta!!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Luis Ramos, y que el andén de tu próxima lectura se llene de gente, se haga luz y sonido como esos trenes de largo recorrido que nos llevan al afecto y la felicidad. Un gran abrazo de nuevo.
EliminarLa voz dormida
ResponderEliminardel viajero errante
es el silencio.
Un abrazo, José Luis
Gracias por tu aportación a estos puentes de papel, querido Miguel, siempre es una alegría sentir tus pasos en los andenes del afecto. Ahí andamos en esas burbujas que llevan dentro el aire de la decepción.
Eliminar¡¡¡Bravo!!!
ResponderEliminarAunque no te escriba, te leo.
Y yo siento tus pasos en silencio, Tracy, porque siempre has sido una compañía llena de ánimo y fuerza para seguir construyendo palabras y sueños; espero que todo te vaya muy bien y que viajes y libros te sigan dejando entre las manos un tacto de alegría.
EliminarQué difícil desprenderse de los viejos fantasmas!
ResponderEliminarUn abrazo!
Así es, acaso porque forman parte de nuestra identidad, porque personifican la pérdida y la certeza de que se rompió el hilo que unía nuestras manos a los sueños. Muy agradecido por estar cerca, E. Marti. Y feliz día.
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