Cerdo con monóculo Sihara Nuño Editorial La Tinta del Silencio Colección La Nave insólita Ciudad de México, 2019 |
DÍAS EN TRÁNSITO
Tras el decir fragmentario de Enormidad
(La Isla de Siltolá, 2018) que supuso su primera amanecida en el aforismo, Sihara
Nuño (Ameca, Jalisco, 1986) retorna al quehacer conciso con la entrega Cerdo con monóculo, acogida en la
colección de narrativa breve La nave insólita. El volumen integra como prólogo
“La magia de lo cotidiano”, una mesurada interpretación de Alejandro Barrón,
quien aglutina todo el proceso creador de Sihara Nuño como facetas
complementarias de un único cuerpo. Pienso lo mismo; la grafía poética,
ficcional o aforística son eslabones engarzados. Solo difieren en la estrategia
expresiva porque comparten la indagación y el matiz, la reiteración de sustratos
argumentales y el enfoque personal en esa búsqueda del equilibrio justo en las
palabras. Como si los géneros
rompieran costuras para sumar territorios expresivos “desde un principio de
continuidad”.
Así sucede con los
fragmentos de Cerdo con monóculo que
admiten una catalogación difusa: aforismos líricos, prosa poética, narrativa
microficcional, apuntes autobiográficos, apostillas sobre datos culturales
renacidos, observaciones del espacio social compartido o vetas indagatorias en
el discurrir del yo colectivo. Este inadvertido verso de Alejandro Barrón sintetiza el libro al completo: “Exilio,
memoria, lejanía”.
El pensar del sujeto ensimismado
se hace anotación y memoria de lo transitorio en un marco en continuo
movimiento: el transporte público. Da lo mismo que el medio sea el tren, el
avión, la camioneta o el ferri; en los usuarios conviven los tanteos del
recuerdo y los vaivenes exaltados de la imaginación. En cada recorrido la
rutina diaria sostiene cimientos de lo aleatorio. Desde este discurrir en
tránsito se abre cauce una observación reflexiva que anota las sensaciones
entornales y los fondos interiores de la realidad. Los indicios recogidos por
la percepción nunca se despojan de la probabilidad de ser extraños espejismos
que el tiempo sostiene, con fecha de caducidad. En su análisis conviven la
ironía y el estar conforme, la meditación y un tono de sosegada distancia que
merece el escueto enunciado de una investigación policial. Las secuencias son
“casos”, laberintos vitales que requieren el hilo de Ariadna del pensamiento.
Me permito adjuntar un par de ejemplos al amparo lector: “Caso deshabitado”: “La
vida es mordaz. No disminuyo su virulencia pero algunas veces suceden cosas
agradables y nos negamos a verlas. Por ejemplo, un asiento vacío”. O este nuevo
caso titulado “Nostalgia”: “Hay viajes de los que no volvemos aunque estemos a
tiempo en el andén”.
El análisis crítico del aforismo contemporáneo exige una permanente
codificación. Pero es un empeño prometeico. Como un guijarro el verbo
sentencioso no tiene un molde único, salvo ese laconismo expresivo que se
empeña en dar savia a las raíces de lo inesperado. El decir breve de Sihara
Nuño incide en la pluralidad de ingredientes: apuntes del trayecto
experiencial, microficciones narradas por el son objetivo de un narrador
omnisciente, y destellos reflexivos que iluminan la piel opaca de lo cotidiano.
Pautas y alegaciones de la inquietud laborable. Tanteos interpretativos de un
pasajero del lenguaje que jamás sabe cuándo llegará a su destino; que toma
asiento y convoca al azar para una
lectura estimulante. Porque “hay viajes que ocurren a pesar de nosotros”.
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