San Sebastián Blues Karmelo C. Iribarren Prólogo de José Luis Cancho Papeles mínimos / Poesía Madrid, 2020 |
GRADACIONES Y PASOS
La estimulante presencia de Karmelo C. Iribarren (San Sebastián, 1959)
en el laberinto poético actual es un hecho, pese a la indigencia mental de algunos críticos, ya sea a través de la significativa
producción reunida en Poesía completa
(1993-2018), impulsada por Visor en 2019, o en compilaciones parciales como La ciudad (2014), Pequeños
incidentes (2016), Amor, ese viejo
neón (2017) o Los cien mejores poemas
de Karmelo C. Iribarren (2018), selecciones que despliegan claves interpretativas
de distinto alcance teórico. A estas valoraciones de trayecto se suma ahora San Sebastián Blues, editado con su sobria
elegancia en Papeles mínimos. El título de la
antología suena a jazz y concede a la ciudad natal del poeta un singular espacio trascendido que acumula gradaciones y pasos. Con ese fondo azul en la pupila se escribe la condensada indagación intimista de José Luis
Cancho, autor del apunte “Alzar un plano”. La mirada omnisciente
recupera el contexto existencial del poeta y las mudanzas de su sensibilidad. Cancho
nos deja en sobrios trazos la identidad de un paseante que recorre su entorno cívico convencional
con itinerarios imprevisibles, como si ese avanzar a la deriva quisiera
calibrar a cada paso la dimensión del tiempo.
En la organización de la obra percibimos el deseo de que estén
representados en la antología todos los poemarios, incluido Un lugar difícil (2019) y tres poemas
inéditos. Desde esta voluntad camina la veracidad del protagonista implicado, moldeando
casi un nuevo libro que muestra la soledad como estación final. La etapa de
madurez traslada la conciencia del sujeto a las afueras; la voz se hace más
introspectiva, menos dispuesta a prestar atención a las naderías de la calle.
El hablante verbal reivindica su derecho a vivir en tierra de nadie,
practicando el patriotismo de la indiferencia. Sabe que su tiempo es otro. Deja
en reposo el atlas de geografía humana de la vida social, como si el
polvo superficial de las apariencias hubiera sido borrado y solo quedase al
descubierto la claridad de la indagación, el autorretrato del sujeto ante sí
mismo con la voz sabia del amanecer.
Desde la distancia del recuerdo, las señas de identidad del entorno
adquieren una atinada definición. El enclave norteño se define por la galerna,
la presencia de la bahía, la mirada estival de los cuerpos al sol de los
bañistas, los puentes, el río, los bares del casco viejo, o el teclear intenso de la lluvia. La implicación del espectador es fuerte.
Así se despliegan las anotaciones que acogen el clima de relación entre sujeto
y entorno. Las composiciones recuerdan mínimas acuarelas que hacen de cada
poema, lejos del apunte de taller, un cálido bosquejo del discurrir.
Los versos revelan la lenta elaboración de una vivencia y el pulido
final. El sesgo narrativo de mínimas secuencias existenciales. Son poemas de
cielo claro y expresividad directa, ajustando los pasos de un personaje
reconocible. En él perduran los peculiares caracteres del ego, aunque los
párrafos se hacen más esquemáticos. Se alternan los estados de ánimo, las leves
descripciones, las lecturas reflexivas del silencio. Son avances que
van adquiriendo todos los elementos en la versión final de la identidad del yo y
en los claroscuros que transmite su geografía afectiva.
Karmelo C. Iribarren es un magnífico creador de ambientes. Sus poemas
configuran atmósferas tangibles con pinceladas incisivas, capaces de convertir
la gastada realidad cotidiana en un símbolo resistente al devenir temporal. En
las composiciones de San Sebastián Blues la
ciudad cristaliza como una presencia viva, estimulante, contradictoria, que
ofrece a los desplazamientos un espacio de libertad, la soledad en
compañía que cada día despunta a plena luz. Me gusta mucho la poesía de Karmelo C. Iribarren, su verdad conjetural sin artificios, su forma de decirnos sin lenguajes cifrados que vivimos una fuga en solitario, donde la derrota aguarda siempre como estación final.
JOSÉ LUIS MORANTE
Cierta es la derrota que nos espera, amigo, pero como dijo el poeta "ahora que estamos en derrota, nunca en doma" poetas como Karmelo nos salvan, al menos en el tiempo de la lectura y la reflexión, con sus palabras. Buen día y abrazos,amigo!!
ResponderEliminarSer perdedores no es un mal papel, querido Luis Ramos, porque la derrota crea un espacio con coordenadas como el estar transitorio, la sensatez y la humildad, que miden exactamente nuestra altura de gente común. Un enorme abrazo.
EliminarAsí es amigo, qué necesario es ser gente común. Salud!
ResponderEliminarSin duda poeta, ya sabes que las contingencias actuales nos asustan pero que nuestra forma de estar hace que la palabra siga fuerte y plena, como la poesía de karmelo C. Iribarren; como tu amistad.
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