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LOS QUE NIEGAN EL PAN Y LA SAL
Hay que estudiar por qué el dichoso virus afecta a los principios matemáticos y al hecho de contar. Si se dan cifras oficiales de los fallecimientos en China son nueve o diez, cifra estupenda y creíble en un país que tiene mil trescientos millones de habitantes y una demografía transitoria y sin regular de más de doscientos millones. Si habla de puestos de trabajo futuro el presidente Sánchez augura ochocientos mil empleos, en un momento de pérdida del diez por ciento del producto interior bruto, de casi cierre de la actividad económica y de retraimiento extremo del consumo interior. Si cuentan los infectados diarios los responsables sanitarios de la Comunidad de Madrid serán cuatro o cinco - y todos en el Puente de Vallecas-, aunque el número real sobrepase los cuatro mil. Es innegable, por tanto, que la Covid desconoce el uso matemático de los números cardinales; ahora son espejismos y no elementos mentales para medir la exactitud. Oníricas cifras de quien cuenta con los dedos de la mentira.
El comportamiento de
muchos universitarios practicando vomitivos botellones, y de grupos
sociales, desconectando su actitud de la prevención de la pandemia, evidencian
que algunos hombres no descienden del mono sino que personifican el eslabón anterior, aquel que usó barro amorfo para moldear el cerebro. Muy chocante ver colegios mayores universitarios convertidos en etílicos planetas de los simios.
Con frecuencia, me asomo
a muros digitales ajenos para actualizar un poco mi desconcierto. Y siempre lo consigo.
Vivimos en un laberinto de cínicos, ambiguos, paternalistas e inquisidores cuya prepotencia convive con la buena gente. Pero no buscamos salidas sino tapiar vanos y puertas.
Un estallido en la conciencia: la decapitación en Francia de un profesor de historia por mostrar en las aulas las caricaturas de Mahoma, aludiendo a a la libertad de expresión como un derecho inalienable. El sueño de la religión engendra monstruos.
Tristeza; compruebo que las anotaciones de mi diario pertenecen a un sujeto deshabitado; un yo que convierte la autobiografía de Cioran en puro optimismo.
(Apuntes del diario)
En las anotaciones del diario prevalece la sensación de lo contingente. Hoy mis letras parecen inundadas de un pesimismo tétrico. Pido disculpas. Ese estado de ánimo no refleja la buena vitalidad de lo diario sino una frustración pasajera que se entenderá de inmediato: me parece abominable el empeño de algunos sujetos en crear climas de desasosiego y crítica feroz en internet, ese continuo ejercitarse en la inquisición ética. Una actitud deleznable que solo tiene parentesco con el cinismo y con la soberbia moral. Todos son gestos de la estupidez que merecen el más absoluto rechazo.
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