BECQUERIANA
La publicación llega a su madurez crepuscular con una nómina de escritores de fuerte densidad creadora. En ella se integran las colaboraciones de Ángel Guinda –íntimo compañero de empresas literarias de Agustín Porras Estrada, a quien deseamos una plena recuperación- Carlos Castán, Luis Alberto de Cuenca, Dionisia García, Luis Correa-Díaz, José Ramón Ripoll, Pascual Izquierdo, Miguel Ángel Lama, José Cereijo, y voces nuevas que están propiciando un presente creador pleno de aciertos literarios como Antonio J. Quesada, Marina Casado y César González de Sepúlveda. Ellos aportan las claves más definitorias del poeta romántico que se ha convertido en magisterio obligado y anclaje fuerte de la tradición lírica.
Los contenidos integrados muestran tramos expresivos diversos. Si el novelista Carlos Castán enlaza un recuerdo familiar con la soledad existencial de Bécquer, esa identidad idealizada que miraba golondrinas al paso desde los billetes de cien pesetas, Luis Alberto de Cuenca nombra al sevillano raíz y estirpe lírica de toda la poesía española contemporánea y recuerda una edición personal de las rimas. El abanico textual alude también en el excelente aporte de Pascual Izquierdo a la edición crítica de las leyendas. José Ramón Ripoll enlaza la obra bequeriana con la música de Joaquín Turina o Marina Casado conecta al poeta sevillano con “Ángel de carne y hueso” de Rafael Alberti.
El amplio muestrario de esta entrega final de Oropeles y guiñapos aglutina indagaciones también sobre el pintor Valeriano Bécquer y secuencias vitales que desbrozan algunos lugares comunes sobre la identidad poética romántica, completando una mínima antología crítica que despliega diversidad, desde el lenguaje plástico de las ilustraciones hasta las bifurcaciones becquerianas en verso y prosa
El espacio caótico de internet ha ido minando lectores a las publicaciones en papel que adquieren en el tiempo un innegable halo de romanticismo. Son productos a trasmano, casi siempre con pasos limitados; así que hay que agradecer a Agustín Porras Estrada y a la Fundación Alambique para la Poesía su patrocinio editor y su ánimo fuerte para vadear contratiempos. Este número 7 es el final y ya busca resguardo y gratitud en la memoria. Las golondrinas volverán.
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