En el vértigo azul de una mirada María Ángeles Lonardi Prólogo de Gerardo Rodríguez Salas Epílogo de Ivonne Sánchez-Barea Círculo Rojo Editorial Sevilla, 2021 |
ARCENES DE LUZ
Antes de abordar el contenido lírico de En
el vértigo azul de una mirada de María Ángeles Lonardi, profesora y
escritora argentina establecida en Almería desde hace dos décadas, es necesario
resaltar tres notas singularizadoras de este poemario: el prólogo del poeta,
ensayista y profesor Gerardo Rodríguez Salas, el variado abanico de citas y la
coda epilogal de la poeta y artista visual Ivonne Sánchez-Barea. En la exigente
indagación introductoria de “Miradas que abrazan”, más que un texto coyuntural
de mero acompañamiento al paso del poema, se perfila una travesía de
conocimiento para sondear la confidencialidad expresiva de un ideario poético sacudido
por la inconformidad existencial. En el quehacer de la mirada, como puente
esencial de acercamiento al yo interior y a la realidad como espacio vital
“Lonardi combina la doble mirada en un libro dedicado íntegramente a este
motivo sin olvidar el vértigo que supone mirar desde el compromiso ético y
social, sin olvidar esas gotas de histeria que ha de tener la poesía". Acierta
plenamente el umbral al perfilar un yo poético en cuya identidad hay una
aleación de sustratos emocionales y
perspectiva ética. Quien escribe nunca es un solitario desgajado del cuerpo comunitario sino que es parte de un todo social en el que se oye un lenguaje
paradójico que aglutina el canto y la queja, el derrumbe y la plenitud
sensorial.
El paratexto
de En el vértigo azul de la mirada es muy amplio. Integra citas de Benedetti, Cortázar, Gabriela
Mistral, Coltrane, Paulo Freire, Whitman, Borges, Wislawa Szymborska o Bertold
Brecht. Son aportaciones que avalan magisterios y admiraciones, que recuerdan
que la obra personal requiere siempre el quehacer plural de la
tradición y su incansable senda renovada.
El epílogo “Tiempo en miradas” que escribe Ivonne Sánchez-Barea refleja
una nítida sensibilidad poética; lejos del didactismo crítico reafirma ideales
del sentir lírico en los que arde el conformismo y lo gregario. Aborda el
perfil literario de María Ángeles Lonardi como un ejercicio de libertad en la
búsqueda del misterio que habita en las palabras. Más allá de lo aparente está
la esencia, la sabiduría de la imaginación, el mapa de los recuerdos que enlaza
pasado y presente para oír mejor los latidos de un mundo siempre proclive a las
asimetrías.
El primer poema, que aporta el título, deja en detalle esos
rasgos nucleares definidos por la búsqueda incesante de sentido vital a un
tiempo de intemperie y soledad. Las palabras dan cuerpo ahora a un viaje
interior que rastrea esperanzas y sueños, la presencia del otro capaz de
habitarnos piel adentro y poner firmeza en el epitelio vulnerable del yo.
El apartado “Volviendo la mirada” explora la soledad congénita del ser y
también el carácter simbólico del pasado. La pérdida de aquel paraíso de la niñez obliga a
buscar nuevas raíces y abrir las alas para resurgir en la implacable
resistencia del aire. Las ásperas incógnitas del vivir exigen adentrarse en las
sombras. En la sección “Cuestión de miradas” el itinerario intimista nunca
pierde la conciencia de lo temporal. El afán introspectivo descubre “una triste
realidad que nos condena” a un miedo silente que obliga a buscar la compañía y
la complicidad de otras pupilas para sortear emboscadas y contradicciones en el
transitar. En clara continuidad argumental, el conjunto “Mirada
transversal” convoca espacios vitales que conforman la periferia del yo. Toda
una avalancha de sensaciones somete al ánimo subjetivo a un naufragio continuo:
“Frente a la inmensidad / nos empequeñecemos. / Nos aterra vivir solos / y
solos enterrar los huesos”. Desconciertan
las desigualdades sociales y la barbarie de alzar muros poblados de
concertinas y vallas electrificadas. Decepciona el empeño de aislar la riqueza, rompiendo en los más desfavorecidos sueños de amanecida. Las palabras se va trasladando a los escenarios de la ignominia de nuestro tiempo, que padece
una ceguera crónica ante el dolor del otro.
María Ángeles Lonardi, como si la cercanía exigiera acariciar el rastro
de musgo del presente, fermenta en “Mirada de hoy” el incansable afán del fuga
que empuja al tiempo. Todo es transitorio y perecedero y hay que esforzarse en
mantener a salvo la esperanza, la necesidad de un cielo despejado, capaz de
celebrar la claridad, más allá del encierro y la falta de abrazos, más allá de
las calles vacías que invitan a romper la soledad con el poema.
El final de trayecto de En el
vértigo azul de una mirada se acrecienta la introspección, explorando las
anotaciones del entorno. Los poemas se convierten así en crónicas emotivas que
buscan un desarrollo argumental. Desde esa actitud de compartir los sustratos
anímicos de la existencia, el yo poético, con plena naturalidad expresiva,
moldea una perspectiva ética que dé sentido a la razón de ser. Caminar en lo
diario es un parpadeo que abre los ojos a la esperanza, que tiende la mano a la
naturaleza y al otro, que nunca renuncia a conseguir un día que las imaginarias
paredes de los sueños sean reales, como arcenes de luz.
JOSÉ LUIS MORANTE
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