Noticia del asedio César Rodríguez de Sepúlveda Editorial Ommpress Poetas Madrid, 2021 |
ESTAR DENTRO
La pandemia, más que un elemento perturbador de la existencia diaria que
ha modificado los hábitos del entorno, subrayando la endémica fragilidad de cada
sujeto, es un arquetipo de soledad, una construcción conceptual propensa al
simbolismo. Ha hecho del horizonte imaginativo de Kafka un ángulo de entrada
tangible y colectivo. A su estela sugeridora recurre César Rodríguez de
Sepúlveda (Madrid, 1968) para abrir los poemas de su segunda entrega Noticias del asedio: “Cuando Gregor
Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre
su cama convertido en un monstruoso insecto”.
La inolvidable cita evoca de inmediato el argumento esencial del
poemario, la propuesta de ruta de aquella primavera de 2020, cuando las alarmas
del contagio teclearon razones para el confinamiento domiciliario. La densa
penumbra de la calle dejaba sitio libre a las moiras, esas presencias
mitológicas que hilan nuestra vida y marcan el destino personal, cercando
nuestro ánimo de temor y finitud ante la cercana presencia de la muerte. Sobre la
dermis interior del ser se cernían las sombra de ángeles oscuros: “Son tres y
son hermanas: / a la niebla del sueño / traen la misma advertencia silenciosa /
que no quiero atender, / que quiero conjurar en el poema”. Llegaba a cada casa
un intruso invisible que habitaba cerca, crecía y se multiplicaba para mudar el
sosiego en intemperie.
La mirada indagatoria del apunte diario mide la curvatura de la pandemia.
Cataliza datos de la experiencia, observa desde las ventanas el transitar
perplejo de la senda cotidiana. La palabra poética y su mapa de
correspondencias clarifican de inmediato el esfuerzo del yo para desmigajar lo
cotidiano en un contexto histórico marcado por la sombra y la extrañeza, para
inventar en su mundo reflexivo el pétalo feliz de un carpe diem. La calle se convierte en un angustioso marco de
representación. Se oye emotiva y densa la voz de la memoria, el lirismo ensimismado
de quien nombra los pasos del asedio: el desconcierto, el avituallamiento, las
precauciones insólitas, la visión de abatimiento crepuscular y despedida alentada
por los medios de comunicación, recordando en cada telediario las cifras de
nuestra programada obsolescencia.
César Rodríguez de Sepúlveda, frente al escueto esqueje descriptivo,
opta por la mirada temporalista y convierte las instantáneas del ahora en
secuencias mitológicas y crónica autobiográfica. De nuevo, la épica del superviviente, los suplicantes,
o los personajes del cine transformados
en identidades cercanas, que soportan el sedentario estar del encierro y su
fuerte latido emocional. El poema “Wuhan”, topónimo convertido por el cauce
informativo en epicentro de la pandemia, se empeña en construir ejes de
simetría entre el acervo cultural y el inestable suelo del presente. El paso
minucioso de Marco Polo se ha transformado en un virus expandido que contagia y
hastía, que convierte el respirar en un riesgo evidente. Mientras la naturaleza
sigue su curso y su cadencia, sin advertir lo que sucede en cada casa.
La retina traspasa la piel de las cosas cercanas con mirada nueva;
objetos cercanos e inadvertidos recuperan la telaraña afectiva de lo vivido. La
biblioteca se ofrece generosa para llenar el tiempo de clausura y el balcón es
el mirador privilegiado del aplauso y de la exploración de secuencias vitales en
las calles ensombrecidas, ahora poniendo distancia y soledad a un paisaje sin
figuras. Como si aceptara la inminente hora del adiós y la derrota, el recuerdo
de Antonio Machado se hace norte y ejemplo en el poema “Si estuvieras aquí”. Es
un hermoso homenaje que recuerda el transitar biográfico del poeta y aquel
tiempo de dolor y tristeza del conflicto fratricida, que da pleno sentido a la
voz elegíaca: “Tú, que tanto supiste de amargura, / si estuvieras aquí, viendo
tu pobre España / tan herida y cercada por la muerte”.
En el matiz otoñal de Noticias del
asedio, de César Rodríguez de Sepúlveda, transitan los latidos más desacordes
del coronavirus; ese estar asentado en las huellas del dolor y la pérdida, como
lo manifiesta con su intensa percepción el poema “Paisaje sin figuras” en su
tramo final: “Ved aquí la ciudad deshabitada, / sus inútiles moles de hormigón
y de ausencia. / Ved aquí tan perfecta / labor de artesanía,
/ el trabajo impecable de la muerte”.
La crudeza de ese tiempo provoca un ensanchamiento de la realidad; deja
incisiones imborrables en su sucesión de planos entre lo interior y lo exterior.
Pero no anula un rincón de expectativas; en la palabra iluminadora del después
de la batalla resuenan las voces ausentes, una corriente de aire que abre los ventanales del presente. Todo se hizo oscuridad y silencio en la
interpretación de lo real y es preciso el regreso, el rumor renacido de “esta
tibia mañana/ de abril, / para intentar fundar una esperanza”.
JOSÉ LUIS MORANTE
César es un descubrimeinto. Un poeta de lecturas y piel sensible. No conozco aún el libro, pero lo deseo. Le sigo en la calle que es face y no le pierdo de vista. Gracias.
ResponderEliminarCoincido plenamente con tu reflexión, querido Francisco Caro; la tardía incorporación de César Rodríguez de Sepúlveda a la escritura le ha permitido obviar el tiempo de incertidumbre y tanteo. El sesgo clásico de su poesía transparenta madurez y acervo lector. Esta crónica de la pandemia lo reitera. Muy agradecido por tu complicidad lectora. Fuerte abrazo.
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