sábado, 6 de noviembre de 2021

JULIO CÉSAR GALÁN. CON PERMISO DEL OLVIDO

Con permiso del olvido
Antología poética (1996-2020)
Julio César Galán
Prólogo de Antonio Ortega y Marco Antonio Núñez
Epílogo de Eduardo Espina
Pre-Textos, Colección La Cruz del Sur
Valencia, 2021
 


BOSQUE ADENTRO

   El amplio intervalo temporal que acoge la antología Con permiso del olvido de Julio César Galán (Cáceres, 1978), acotada entre 1996 y 2020, permite conocer con minuciosa perspectiva una modulación incesante. La obra asienta su razón de ser en la autoexploración lingüística y en el propósito transgresor, no exento, en ocasiones, de opacidad por el uso de una simbología hermética. Así lo ratifiqué en su día al comentar la selección propia Ahora sí, donde estaban representadas cinco entregas del autor, con apertura crítica de Antonio Ortega. Buena parte de la senda argumental del estudioso se reitera en el umbral “La escritura de Julio César Galán. Apuntes para una topología poética” escrito en colaboración con Marco Antonio Núñez. Gran especialista en la travesía versal de Julio César Galán y en su concepción constructiva, Antonio Ortega, junto a Marco Antonio Núñez, recuerda dos aspectos que permiten una interpretación programática de esta arquitectura. Por un lado, el magma conceptual de una identidad que supera el enclaustramiento limitado para transformarse en urdimbre de un relato diseminativo; el yo genera variaciones, se disgrega en entidades autónomas separadas entre sí, que adquieren un perfil de singularidad polifónica. La segunda clave advierte sobre la dimensión formal del texto, desde su presentación gráfica hasta el potencial de tramas referenciales. Con ambos asideros el breve ensayo sondea los pasos cronológicos del poeta y la progresiva solidez de la pulsión creadora ante lo contingente. La excavación ratifica el tanteo, habla del inacabamiento del poema y de la incierta realidad proteica del espacio exterior.
   El fresco indagatorio conecta con la praxis textual cuyo paso inicial es El ocaso de la aurora (2004) publicado en su día con una introducción de Miguel Ángel Lama. Quedan fuera los libros de poesía firmados con los heterónimos Luis Yarza, Pablo Gaudet y Jimena Alba; son propuestas que han disuelto la monotonía de una identidad concluida y deslían en el afuera poético sensibilidades complementarias. Con criterio retrospectivo, la primera página, la ya citada epifanía El ocaso de la aurora se considera una insinuación de signos, un cumplido segmento de aprendizaje donde se refugia el fluir de la conciencia y su magma de pérdidas, olvidos e incertidumbres hasta asumir una soledad progresiva, huérfana de certezas. Será reescrito parcialmente en Tres veces luz (2007), salida impulsada como nuevo empeño de claridad auroral. Los poemas iniciales dejan una sensibilidad evocativa e intimista, que humaniza las cosas y borra distancias entre la esencia interna del hablante verbal y el territorio entornal, como espacio de contemplación y quietud. La dimensión del contexto es percibida desde una observación meditativa que agrieta la superficie y se hace profundidad. En un diálogo lúcido que debe superar en el tiempo la sensación de continua irrealidad. El poema se hace ascensión cognitiva, busca altura sobre el nivel del mar, un aprendizaje de las distancias que enseña a caminar, desde la constancia, hacia un horizonte lejano, sin la necesidad de mirar hacia atrás.   
  La tercera página Márgenes fue reconocida en 2012 con el Premio Villa de Cox. Las composiciones dan voz a una senda existencial de continua mudanza, lumbre y luz renacida. Es tiempo de amor y calma, propicio a la rememoración y la esperanza. La plenitud sentimental es canto y júbilo que hace de la otredad paisaje franco donde buscar respuestas; casi la edad del paraíso; los versos son canto celebratorio, pupilas con la alegría por dentro.
  La voz que gesta Inclinación al envés (2014) quiebra el conformismo y rompe enlaces con el cauce anterior. Como si el poeta abriese un nuevo ciclo, al que se sumarán en el tiempo El primer día Testigos de la utopía, las directrices del poema son definidas como “poesía non finito”. Se muestra a través del esbozo,  del boceto, mediante imágenes que parecen inacabadas y de sentido abierto. El texto retiene los momentos del proceso creador. Se guardan versos desechados o, mejor, versiones expresivas que descosen un único sentido; y se añade a pie de página  la punzada estricta de una idea objetivada. Las notas conforman ceniza digresiva que diluye los límites concretos del texto. El poema profundiza significados, como si velase claves u optara en el avance por desaprender y preguntarse de nuevo. La línea de horizonte argumental abre fisuras para alojar la enfermedad y el horror. Solo las palabras abrigan. Solo el poema, en cuya escritura se hilvanan fragmentos críticos, teselas metaliterarias o impresiones personales que clarifican la naturaleza del título; de este modo Inclinación al envés no es sino el empeño de fusionar en un punto de encuentro la sensación de estar dentro o fuera, la idea de hacer visible lo invisible mediante variaciones, tanteos y reescrituras, asumiendo que, más que la consumación del resultado, el proceso es el fin.
   El primer día (2016) opta por una intensa libertad transgresora. Desde la ruptura, recupera textos antiguos y los somete a revisiones y reescritura para asumir sensaciones atemporales. La textura absorbente del pasado humedece el ahora y construye planos simultáneos. El verso es posibilidad, despliegue de conexiones, caligrafía de una escritura subjetiva, barroca, intertextual, que deforma el sentido lógico para abordar itinerarios alternos –poesía non finita, intrapoesía, poesía especular…-, reconstruidos con el despliegue de elementos que convierten al poema en un espacio maleable con pluralidad significativa.
   Percibo en el aserto Testigos de la utopía (2017)  una semántica de esperanza y cumplimiento. Con él aborda Julio César Galán un núcleo básico, el viaje migratorio, una incisión autobiográfica en Argelia y Mallorca en un tiempo arrumbado por los desajustes económicos y la aleatoria distribución del mercado laboral. De este modo la existencia se hace errancia y nomadismo en un territorio donde se acrecientan el desarraigo, la condición de extranjería y el estar solo. Del mismo modo, escribir el poema es tantear materiales y mostrar la travesía procesual; es fluir y alejarse, crecer con otra savia que busca puntos de fuga.
   El volumen anticipa composiciones de un próximo libro, Un adiós abierto, cuya disposición formal concede la apariencia de una yuxtaposición de textos que proponen conexiones insólitas o aperturas de sentido aparentemente caóticas. El tratamiento discontinuo de asuntos alienta más la sensación que la glosa, como una destilación de la conciencia en la que se licúan recuerdos, voces del afuera, evocaciones o estelas oníricas. 
   El poeta y ensayista de Montevideo Eduardo Espina añade un epílogo interpretativo en torno a la hermenéutica innovadora de Julio César Galán y a su libre albedrío rupturista. De alguna manera dialoga con Correos a los editores (2021) propuesta ensayística aparecida casi al mismo tiempo de Con permiso de olvido que abre interpretaciones y expone procesos constructivos a partir de respuestas editoriales. La obra se construye a partir de cartas con tonalidades alternas que capturan rechazos, sugerencias, asentimientos y propuestas, en suma; el peso del lenguaje dialogal.
   La antología Con permiso del olvido nos adentra en una poética signada por el riesgo y la singularidad. Exige un lector activo que no acomode su percepción a la semántica impuesta por el manso cauce de la tradición, y desdeñe el empleo de una terminología asentada en un contexto histórico concreto. El conjunto hace visible la realidad indagatoria del avance y la asunción de incógnitas en la resolución formal y en las rupturas de sentido. Poesía indefinida, signada por la metafísica del boceto, que hace de la escritura un espacio abierto, tensional, ajeno al perímetro. Poesía germinal de sorpresa y asombro, que nunca olvida aquella amonestación de Frank O’Hara:”No seas aburrido, no seas flojo, no seas trivial”.

JOSÉ LUIS MORANTE

  
 
 
 

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