|
Mientras camino (Madrid, invierno de 2021) Fotografía de Javier Cabañero Valencia |
RITUAL DEL LUNES
Las excusas respiran el vitalismo a
trasmano del fin de fiesta.
Los límites del ego son
infinitos; supone que quienes le acompañan en la presentación de sus libros son
muñecos de guiñol, que habitan los espacios imaginativos de la infancia.
Qué coraje muestran esos libros
inexpresivos que alzan andamios a la sandez.
No voy a dejar que la tristeza me
registre, sin una orden judicial.
Cuando suena el timbre del desánimo, el entusiasmo debe ponerse bufanda y abrigo.
De nuestra amistad, si lo fue
alguna vez, solo la caligrafía del humo.
Hay teselas de la memoria
personal que ya no encajan en ninguna parte.
Las observaciones aleatorias
tienen predilección por los ascensores compartidos y las colas en el cuarto de
baño, al concluir la función teatral.
Dentro de mí, todavía, la orfandad
del niño.
JOSÉ LUIS MORANTE
Tú ya sabes que hay que ir haciendo siempre reajustes en las compañias; algunas nos siguen toda la Andadura de la vida, otras llegan a medio camino, tal otra se nos fugó en una esquina, aquella de allá nos dio la espalda. Es un proceso natural, como los que intentaba explicarnos Darwin.
ResponderEliminarNo hay porqué decaer, abriga bien el desánimo o déjalo en el cuarto de debajo de la escalera.
Pleno acuerdo con tus reflexiones, querida amiga; la experiencia vital nos da dejando más solos. A veces no lo esperabas; otras es inevitable, aunque resulta difícil siempre entender a esa gente que hace de la neurosis una forma de vida, una reivindicación de la libertad. Son patéticos.
EliminarTú eres un ara siempre, amigo. Ciego vacío el de quien no te retenga en sus afectos.
ResponderEliminarAbrazos interminables.
Celebro tu optimismo, querida poeta, pero la experiencia vital camina también por las aceras de la decepción. Cerquita, esa gente que se autoconvence con entusiasmo de su verdad más libre y hace de la neurosis una forma de vida.
Eliminar